Anunciación.- En el año 2006, Andrés Manuel Lopez Obrador con el 35% del electorado logró 14 millones de votos pero no ganó la Elección; seis años después,en el 2012, con el 32% del electorado y 16 millones de votos perdió la elección contra Enrique Peña Nieto; Este año, hace apenas unos días,con el 52% del electorado se ha convertido en el Presidente virtual de México.
La voz del pueblo es la voz de Dios. Desde las épocas de los Griegos y Romanos se acuño esta aplastante verdad: lo que el pueblo quiere a Dios le agradaba.
Lula da Silva llegó a la presidencia de Brasil después de su cuarta campaña, Nixon y Reagan fueron Presidentes de Estados Unidos después de muchas derrotas electorales, otro grande que tuvo muchos resbalones para llegar hasta donde llegó fue Abraham Lincoln. Pareciera que mientras más trabajo cuesta llegar,más se valora lo logrado y mejores resultados se consiguen.
López Obrador llegó cuando tenía que llegar, no antes, no después. Según queremos ver en estos días después de la elección,el pueblo no se equivocó y le dio el sí, en su tercera campaña, a la mejor versión de AMLO.
El gozo que Rusia nos negó, lo inyectó a México Andrés Manuel el domingo primero de julio.
Las reacciones positivas no se han hecho esperar: llovieron felicitaciones internacionales y la pasarela de su equipo no ha sido mala, hay un clima de confianza. Nos ha gustado oír hablar de una Hacienda segura, de autonomía del Banco de México, de disciplina fiscal; se respira un clima de diálogo, de análisis, de libertades…, el fantasma venezolano parece esfumarse.
A Andrés Manuel lo eligió un pueblo cuyo Dios ve con buenos ojos su lucha frontal contra la corrupción y la violencia, ve con buenos ojos una más justa distribución de la pobreza y el respeto irrestricto a los Derechos Humanos.
No podemos ni debemos cantar victoria, el verdadero resultado de la elección se verá con el tiempo, quizá el primero de diciembre de 2012.Por ahora sabemos que el pueblo eligió a Andrés Manuel y Andrés Manuel eligió al pueblo, el matrimonio se ha consumado.
Estamos en la luna de miel.