Nadie puede obtener el triunfo, si antes lo rechaza mentalmente. Esto implica imaginar y pensar previamente, con detalle, lo que apasionadamente deseamos. Ponerlo por escrito. Ponga su confianza en Dios y en usted mismo. Si es para bien, amemos con pasión el triunfo.
Un orden sano y vital consiste en realizarse con la familia, ser exitoso en el trabajo y mantener amistades profundas. Si quitamos a Dios de nuestras vidas, hemos equivocado el camino.
Sabemos que en el núcleo familiar se produce, de manera natural, una influencia educativa. Esa influencia puede ser más profunda y visible, cuando advierten que todos necesitamos de los demás.
Pensar primero, y luego hacer, nos permite producir más y mejores resultados y nos prepara para un futuro crecimiento. Hay que procurar que el consejo o la asesoría ayude a la toma de decisiones.
No pasa de ser una broma, pero pienso en muchas personas que acuden a su trabajo cotidiano con aburrimiento o monotonía; o bien, tensos, con estrés, nerviosos y no acaban de encontrar el lado amable, sino que lo consideran un mero quehacer fastidioso.