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ALEGRÍA Y CRECIMIENTO EN EL TRABAJO 2>

Como directivo, el trabajo principal es hacer que ocurran las cosas, lograr resultados, en el que todo mundo salga beneficiado (aunque, a veces, alguien tenga que “pagar los platos rotos”). Por este motivo, lo primero consiste en lograr los resultados necesarios, a la vez que dignificamos a las personas. Si actuamos de otra manera, el trabajo resulta contraproducente, porque “no todo lo que brilla es oro”.

Si reducimos nuestra actividad a sólo conseguir resultados económicos, el trabajo perderá su medio para perfeccionar nuestra personalidad y servir a los demás. Por ej: uno puede ser generoso si existe otra persona, porque puede darse y ayudar. Para este intercambio, existen cinco ámbitos básicos, que tienen una jerarquía. El primero incluye a los otros: 1) Dios; 2) familia; 3) trabajo; 4) amigos, y 5) la sociedad.

Un orden sano y vital consiste en realizarse con la esposa y los hijos, ser exitoso en el trabajo y mantener amistades profundas. Si quitamos a Dios de nuestras vidas, hemos equivocado el camino

Los resultados son parte esencial de todo trabajo productivo. Precisamente porque se trabaja por amor (no por deber), debe haber resultados: son parte esencial e integral de todo trabajo. No tener resultados, por no haber puesto los medios, equivale al fracaso e inutilidad.

Para conseguir el crecimiento sin límite en nuestro trabajo se requiere: producir los resultados necesarios para lograr lo esencial en el trabajo actual. Ello implica rechazar fantasías, excusas, lamentaciones, dilaciones y desviaciones. Aunque las cosas nos llegan como son, uno necesita corregirse continuamente.

Se sugiere lograr los resultados minuto a minuto. Esto podríamos expresarlo así: “En este momento estoy trabajando tan bien, como me es posible hacerlo; el día de hoy es cuando vence el plazo y hoy debe quedar terminado”. Es decir, cuidar la oportunidad y saber terminar las cosas.

Sin un   trabajo acabado, cuidado en los detalles, el resultado obtenido será marginal. Escribió San Josemaría: que el heroísmo del trabajo está en “acabar” cada tarea (cfr. Surco, n.488). Sin los resultados, todo lo que se hable de crecimiento, avance y mejora es una ilusión.

Por ello, la actitud adecuada es la lucha, tamizada por el amor (con obras, no solo deseos). Si no se logran los resultados, hemos de descubrir la causa y corregir la desviación, reforzando tanto el orden interno personal como el orden propio de la tarea.   Aunque esté uno retrasado en el avance, lo logrado cuenta: ya habrá eliminado las fantasías y errores.

Lograr los máximos resultados en la  tarea que se nos asigne. Esto requiere tomar como propia la tarea y ponerle el ingrediente de la alegría. La alegría es parte integrante del trabajo. Una persona triste, es muy probable que produzca un “triste trabajo”.

Realizar la tarea por amor –como hemos dicho- y hacerlo porque se nos pega la gana, es decir, porque uno quiere y no como algo impuesto desde fuera. Y aplicar la habilidad de concentrarse siempre.

Concentrarnos para seleccionar los elementos esenciales del trabajo; descomponer cada elemento en sus tareas claves, y convertir cada tarea, en un trabajo acabado al detalle.

Los resultados máximos provienen de anticipar qué es lo que va a resultar necesario y tenerlo preparado antes de que se vuelva necesario. Es decir: la sagacidad o prontitud para poner los medios. Esto es más que concentrarse en lo esencial de hoy: es, asegurar hoy los recursos que serán esenciales para mañana.

Siempre hay que tomar el l trabajo como un medio que nos permite perfeccionarnos y como un modo de servir a los demás, y estaremos siempre alegres cuando trabajamos. Si tenemos fe, hacerlo primero para la gloria de Dios. La alegría que produce el trabajar bien y con rectitud de intención, pone en olvido la fatiga.

SUPERAR RASGOS PERSONALES QUE LIMITAN EL TRABAJO COTIDIANO 2>

Nunca imponga. Gane en empatía con la gente, y consiga –si es preciso, trabajando en equipo-  objetivos precisos y predeterminados. Siempre que sea posible dirija colegialmente. Así obtendrá el apoyo de la mayoría y las decisiones podrán ser más acertadas.

Descubra –si es necesario preguntando- y ayude con soluciones acertadas las preocupaciones de las personas que dependen de usted o estén relacionadas con la labor que lleva a cabo. Suele ser que La persona sea más importante que las cosas.

Identifique los rasgos que bloquean la eficacia en el trabajo y sustitúyalos por otros que potencien el logro. Es oportuno enterarse cómo nos ven los demás. Pero no hemos de hacer caso al “que dirán”. Lo importante es lo que está bien.

Será más fácilmente escuchado si no echa las verdades a la cara a las personas. Siempre que sea posible corrija en privado, en forma firme y sin humillar, animando a superarse.

Es imprescindible trabajar -sin miedo a las personas o a las cosas-  para ir limando las debilidades personales. Es ineludible y provechoso modificar la propia conducta, para ajustarla a los cambios de condiciones personales y/o de trabajo.

Le ayudará tener presente el trabajo de escritorio y acabarlo: asuntos, notas, orden administrativo, etc. Lea y estudie los papeles una sola vez –y si se hace necesario repáselos varias veces, hasta tener una idea clara de las cosas-, y siga adelante.

Pensar primero, y luego hacer, nos permite producir más y mejores resultados, eliminar contratiempos y nos prepara para un futuro crecimiento. Hay que procurar que el consejo o la asesoría ayude siempre a la toma de decisiones.

Reflexionar y pensar, es imprescindible para aprender cómo utilizar una destreza o capacidad que nos lleve a una eficacia cada vez mayor. Y luego aprender cuándo no debe usarse.

Además de trabajar bien, es necesario saber tratar con respeto y delicadeza a la gente.

Para asumir la responsabilidad de decidir y tomar decisiones acertadas, se necesita, como hemos dicho, adquirir experiencia y tomar consejo, que lleven a decidir acciones que tengan el mínimo de consecuencias adversas, y que sean claramente acertadas, y si es posible mejor que lo planeado.

Es ineludible aprender a responsabilizarse cuando las decisiones salen mal, y aceptar las consecuencias. para luego corregirse e ir por el camino atinado. 

Cada ascenso pide esforzarse por abandonar algo que ya no sirve, e implica la flexibilidad por  aprender una conducta nueva, que refuerce lo anterior. Siempre aprender de modo constante.

LA VIRTUD Y EL TRABAJO SIEMPRE VAN DE LA MANO 2>

 

1  Para establecer y mantener excelentes relaciones con los demás, se requieren las virtudes de la veracidad, lealtad, serenidad, orden, confianza, laboriosidad, la alegría y además el buen humor.  A la vez se necesita la habilidad de trabajar con perfección.  No se da la virtud sin el trabajo una y viceversa. Esto hace a la gente feliz.

2  La habilidad se refiere al trabajo bien hecho, realizado por amor.

3  Se requiere la virtud   para amar la verdad y rechazar la mentira.

4  Es preciso ayudar al grupo para que cada persona sepa trabajar en equipo, con responsabilidad e iniciativa.

5  El grupo descubrirá el modo de trabajo conveniente y lo irá mejorando, conforme se acerca la terminación del proyecto.

6  El grupo necesita de un director para llegar a su objetivo.

7  El director necesita poseer y desarrollar especialmente las virtudes arriba mencionadas y aplicar la habilidad para que los demás mejoren también en sus actitudes de lealtad, sinceridad, laboriosidad, etc. (en el trato mutuo) y mejoren técnicamente su trabajo.

8  Es conveniente ayudar a quienes están trabajando a que sus familias (la de cada uno) permanezcan unidas con el esposo y los hijos, ya que eso influirá positivamente en el ánimo de quienes trabajan. La familia es más importante que el trabajo.

9  Recuerde que las virtudes van unidas a las habilidades. De hecho, si no hay virtud, la habilidad por si misma destruye.  Porque las virtudes sirven para hacer el bien. La virtud y la habilidad siempre necesitan ir juntas.