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Ignacio de Loyola: Un trabajo en equipo para todas las regiones 2>

La Fundación Loyola AC, forma parte de la Compañía de Jesús de México que es una Orden Religiosa de la Iglesia Católica conformada por Jesuitas. Fue fundada por San Ignacio de Loyola en 1540; actualmente se encuentra en 127 países trabajando en defensa de la fe y la promoción de la justicia, en permanente diálogo cultural e interreligioso.

La Fundación Loyola nació en 2005 como la entidad encargada de la procuración de fondos para los proyectos Sociales y Pastorales consignados a la Compañía de Jesús en México, ofreciendo soporte institucional y financiero a diversos proyectos, favoreciendo la vinculación con las obras educativas para reforzar su compromiso con quienes viven en las comunidades marginadas para contribuir de manera especial a mejorar su calidad de vida a través de diversas diócesis, además de promover los derechos humanos, la salud comunitaria y la fe.

Atienden la salud de pueblos marginados, impulsan la economía social y solidaria, fortalecen las agrupaciones que defienden su territorio y recursos naturales, beneficiando alrededor de 600 mil personas anualmente. Ofrece un soporte institucional y económico a diversos proyectos, tanto sociales como pastorales, buscando crear conciencia de un mundo más humano, justo, sustentable y sin exclusión.

Fundación Loyola se encarga de acompañar y bridar apoyo a familiares de desaparecidos; fortalecen la educación en comunidades indígenas, desde rarámuris, mayas, purépechas, entre otros; orientando a una vida digna, reforzando la identidad cultural y favoreciendo el cuidado de la madre tierra. Además de brindar apoyo a migrantes a través de proyectos de acompañamiento, hospitalidad y orientación.

Actualmente la fundación detuvo sus talleres presenciales y se encuentra atendiendo a las familias más afectadas por Covid-19 realizando acompañamiento emocional y espiritual en línea, promoviendo redes de solidaridad entre diócesis y diversos municipios del país, buscando alterativas económicas y acompañando a pueblos indígenas, migrantes refugiados y afectados, fomentando una organización comunitaria.

Estos proyectos son llevados a cabo por parte de los jesuitas en obras de acompañamiento, solidaridad y servicio en diversos estados de la república mexicana, realizando campañas y colectas para el sustento de estas comunidades.

Además, tienen presencia en 14 estados de la república, tan solo de 2020 a 2023 la fundación logró atender cerca de 55 obras Jesuitas, brindándoles soporte financiero e institucional.

Actualmente esta fundación trabaja por causas como los son de economía social y cuidado de la madre tierra, con las intenciones de impulsar los procesos de producción; acompañamiento a migrantes y refugiados; culturas indígenas y educación intercultural; salud comunitaria; derechos humanos y espiritualidad.

Enlace: https://www.fundacionloyola.mx/

Somos Hermanos 2>

Cómo nos cuesta a veces reconocer que todos somos hermanos, que nadie está autorizado a juzgar, porque cierto es que nos necesitamos, porque nacimos para juntos caminar. Qué fácil es sacar de nuestras vidas a todas las personas que no comulgan con nuestras ideas, qué difícil resulta a veces escuchar otros puntos de vista, que fácil es vivir en el individualismo y el utilitarismo que obstaculizan el vivir en comunidad.

En estos tiempos de violencia, guerras y genocidios valdría la pena recordar que no existe entre los seres humanos ninguna justificada superioridad. No nacimos para enfrentarnos y sí nacimos para conquistar la verdadera paz, esa que parece ser sólo producto de un trabajo serio espiritual. Parece indudable que existen el bien y el mal, parece indiscutible que, como consecuencia de nuestra humana debilidad, en ocasiones contribuimos con uno y con otro. Lo que también parece indudable es que estamos llamados a luchar por tratarnos como hermanos y que no debemos ante ello claudicar.

Con qué facilidad nos destruimos sin darnos cuenta de que hemos sido todos creados por Alguien que no nos ha dado esa potestad. Qué despropósito es vivir sin amar y cuánto nos cuesta ese verbo conjugar. Muchos relativos avances no parecen a la humanidad sumar. Ideologías vienen y van… En aras de la tolerancia parece que lo que se pone en juego es de las personas su dignidad…

Es preciso regresar al interior, a nuestra esencia, a la verdadera reflexión… Nos cuesta relacionarnos en cuerpo y alma mas no así en el entramado de una red social en la que no tocamos almas sino imágenes que ocultan nuestra verdadera identidad…

Reconocer que nos necesitamos tiene como requisito la humildad… Esa que nos permite vernos incompletos para, con otros, nuestro sentido de vida completar. Corremos sin saber muy bien para qué y para dónde. Caminamos sin observar… Nos estamos olvidando de los demás… Interactuamos con la realidad virtual misma en la que se diluye nuestra naturaleza social.

Nada está perdido si nos volvemos a encontrar no sólo a nosotros mismos sino a los demás…Si dejamos de perseguir los bienes materiales en los que pretendemos encontrar identidad.

Parece imperativo nuestras velas en equipo manejar para que el viento no nos lleve a naufragar… Necesitamos nacer de nuevo, atrevernos a reencontrarnos a nosotros mismos y volver a empezar…

Nada está perdido, la luz y la sombra siempre existirán, así como no dejará de existir la posibilidad de reconocer nuestra hermandad.

No queremos ser utilizados por nadie ni debemos a nadie utilizar pues nadie es medio sino fin. Existe ansiedad, impaciencia y prisa y nuestras almas demandan tranquilidad, oración y fe porque estamos llamados a construir la paz individual y social.

Sabemos que la perfección no existe y en ocasiones nos descubrimos queriéndola alcanzar. La confundimos con la excelencia que brinda el diario actuar y la formación de los hábitos que suman a nuestras vidas y a la sociedad.

Qué alegría nos debe dar saber que aún hay tiempo para el rumbo cambiar, saber que existe la oportunidad para nuestra conducta modificar para a la paz sumar.

Nada está perdido si nos atrevemos a abrir los ojos del alma, esos que permiten verdaderamente a nosotros y a los otros observar.

No hay venda que el amor no pueda de nuestros ojos retirar…Caemos pero estamos llamados a volvernos a levantar sin anclar nuestra existencia al pasado y sin dejar de en el presente trabajar.

Que el miedo no nos paralice, que sanemos desde donde tengamos que sanar y que para ello no perdamos de vista el increíble regalo que obtenemos al volver a amar…