Luego entonces, el 25 de diciembre celebramos la venida del Salvador o del Mesías esperado (que es el Hijo Eterno de Dios-Padre). Por ello, decimos “Feliz Navidad”, cuyo término procede del latín, como “Natividad” o gozoso Nacimiento de nuestro Redentor que con su entrega, Pasión, Muerte y Resurrección nos abrió las Puertas del Cielo.
Se le atribuyen numerosos milagros, entre los más conocidos: haber resucitado a tres niños que cayeron de un árbol y de inmediato fallecieron. También se le atribuye el milagro de tres niños sacrificados -aunque parezca increíble- para dar de comer a las clientes en el restaurante de un hostelero, como si fueran lechoncitos.
¿Qué celebramos realmente en la Navidad? El Nacimiento del Hijo de Dios en Belén. ¿Cuál era su misión? La Redención del género humano y abrirnos las puertas del Cielo, que estaban cerradas desde el pecado original de Adán y Eva.