Tal vez te han pasado cosas desagradables, dolorosas y estresantes ahora siendo adulto que todavía te causan tristeza, miedo y malestar. ¿Te imaginas lo impactante que es vivir una experiencia así en la infancia? Esto sucede porque su cerebro está en construcción, porque su sistema nervioso y todo su ser está aprendiendo si el mundo es un lugar confiable o no para vivir, si tiene otros humanos que puedan cuidarle y protegerle o no.
Las experiencias que vivimos en la infancia tendrán entonces un gran impacto en nuestra vida adulta y por eso hoy quiero compartirte algunas formas de cuidar esta hermosa etapa, así podrás regalarles a tus hijos más experiencias positivas y amorosas pues serán los recursos que tendrá para afrontar la vida de manera resiliente.
- Elimina los castigos y adopta una actitud curiosa ¿Qué me quiere decir con su conducta?, ¿Por qué se está comportando así?, ¿Cuál es mi responsabilidad en su manera de reaccionar?
Por ejemplo, aventó un vaso. En vez de castigarlo con la intención de corregir esa conducta inadecuada, responde las preguntas anteriores. Tal vez encuentres que está cansado o que está enojado, que reaccionó así porque tiene sólo 5 años y que su enojo surgió porque son las 10 de la noche y no lo has llevado a dormir. Todos nos ponemos intolerantes cuando tenemos sueño. Entonces cambiarías el castigo por llevarlo a dormir que es lo que necesita.
- Escúchalo más. ¿Cuántas veces nos gana el querer explicarles todo de la vida y acabamos en el sermón? Otra vez la actitud de curiosidad nos dará más herramientas para conocerlo y saber cómo piensa y cómo se siente. Cuando te quiera contar algo, por favor haz una pequeña pausa, escúchalo atentamente, míralo a los ojos y hazle más preguntas ¿Cómo se te ocurrió eso? ¿Tú qué piensas?
¿Cómo te sientes con eso? ¿Cómo crees que pasó?
Cuando no puedas hacer una pausa en ese momento, dile que lo atenderás después y recuerda hacerlo. No hay nada más bonito que sentirse escuchados y vistos. Cuando lo haces, le dejas saber que es importante para ti.
- Juega más. A todos nos gusta divertirnos y pasarla bien. A veces olvidamos hacerlo. Olvidamos que jugar genera conexión emocional y fortalece el vínculo. No tienes que sentarte en el piso a jugar con muñequitos. Escuchar música, bailar, cantar, hacer cosquillas, hacer bromas, jugar adivinanzas, contar cuentos, salir a la naturaleza y correr son grandes y simples ideas que generan Cuando no estén siguiendo la instrucción que diste, en vez de elevar más la voz, haz un tono juguetón: ¿Qué me acaba usted de decir? ¿Quiere que le haga unas cosquillas acaso?
- Explícale más. No sé cuántas veces he escuchado a adultos decir “Son niños, no entienden, están chicos”, ojalá mejor les ayudáramos a entender. Recuerda: dile siempre la verdad pero que sea una verdad que cuide su corazón. Las niñas y los niños aprenden a ver el mundo con los lentes de sus padres o cuidadores y si estos no les explican lo que sucede, harán las conclusiones que les sean posibles con su
Te comparto un ejemplo de cómo explicar: “Te asustaste porque ese ruido estuvo muy fuerte”, “Ves a la familia alterada y tal vez estás confundido. Lo que pasa es que el abuelo se sintió mal y estamos preocupados, pero ya vienen los médicos a ayudarlo a sentirse mejor”. “Hoy papá y yo peleamos, sé que eso no te gusta. A veces los adultos nos enojamos y no nos ponemos de acuerdo. Encontraremos un espacio cuando estemos en calma” “Eso que sentiste se llama miedo”.
Espero que estos 4 consejos prácticos les ayuden en el proceso educativo de sus hijos, son alternativas respetuosas que nos permiten entender mejor a los pequeños y continuar siendo sus guías, con amor y cuidado.
Fotos: Jesús Arizmendi Valdez