Pero el amor es mucho más que un sentimiento positivo hacia otra persona, con la esperanza de ser correspondido de la misma manera. El amor es, sobre todo, la decisión de buscar, y realizar el bien de la persona amada.
Todos sabemos que la prudencia una virtud capital en la que se analizan con calma los pros y los contras de una determinación; los convenientes e inconvenientes; recabar antecedentes de un asunto; pedir opinión a los expertos y especialistas. De esta manera hay menos probabilidades de equivocarse.
Llamamos relaciones humanas a ese vínculo que existe entre dos personas de cualquier tipo: la paternidad, la filiación, la fraternidad, la amistad, el noviazgo, y por supuesto, el matrimonio.
Aunque el festejo sea sobrio y sin lujos, lo importante es estar con los seres queridos. Igualmente, cuando fallece un familiar, o se encuentra gravemente enfermo o se ha sufrido un descalabro económico, ¡cuánto se agradece la presencia y el acompañamiento de la familia y las amistades!
Ambas acciones deben ser llevadas a cabo protagónica y principalmente en el hogar. EDUCAR abarca reglas de cortesía y urbanidad: “saluda a tus abuelos”, “no subas los codos a la mesa”, “da las gracias”… etc. FORMAR va mucho más allá: nos adentramos como padres en la educación del alma, de la conciencia, del corazón de nuestros hijos. Es educar en la libertad, en la autonomía, en la vida de piedad, en los buenos hábitos para que estos se conviertan en virtudes.