El modo de afrontar el futuro, predicho en el párrafo anterior, tiene muy variadas manifestaciones, como ricas son las facetas de la vida humana. Uno de esos modos se vivió el primer día de este mes, al celebrar el “Día Mundial de las Madres y los Padres”, como un reconocimiento –en el Noveno Congreso Mundial de las Familias- a quienes desinteresadamente dan al mundo lo mejor de sí mismos dándoles lo mejor a sus hijos.
Lo primero que necesitamos para saber cómo educar a nuestros hijos es conocerlos, y me dirán “yo conozco muy bien a mis hijos”, pues yo te digo que no, tu sabes cómo son tus hijos, porque los conoces desde su nacimiento, porque convives con ellos cotidianamente, sabes cómo son, pero no sabes por qué son así cada uno de ellos.
En repetidas ocasiones y a lo largo de la historia, los gobiernos socialistas o comunistas sostienen la absurda idea de que los hijos de una familia les pertenecen al Estado y no a sus padres, como está ocurriendo actualmente en España.
De esta manera, nos percatamos que el matrimonio también es “un trabajo” que tiene retos y desafíos. En primera instancia, para mantener la unidad de los dos; luego el crecer en virtudes; renovar los compromisos adquiridos y estar pendientes de la formación de los hijos.
Hay que llevarles de la mano, por un plano inclinado, con paciencia, prudencia y haciéndoles ver que todo ello a la postre contribuirá en tener una personalidad fuerte -con temple y carácter- bien determinada.