Me gusta conversar con esposos mayores que ya son abuelos o bisabuelos porque son “como libros abiertos de sabiduría”. En esos encuentros me suelen mostrar, por ejemplo, sus fotografías desde cuando eran novios, luego se casaron, de cuando fueron naciendo sus hijos y así más fotos de su álbum familiar.
La segunda cara es la del modo como las personas aprovechen esos conocimientos. Y aquí se exige la responsabilidad de las personas sobre el modo de aplicar sus conocimientos. Todo conocimiento es para crecer, para superarnos, por eso hay que compartirlos adecuadamente para usarlos para bien.
La situación que hemos estado viviendo pone a prueba de qué categoría es el amor entre las personas y qué tan comprometidos estamos para cumplir aquello que libremente decidimos.
Luisina como siempre la llamamos sus amistades y familia, dejó un legado. No fue famosa por nada, si acaso conocida por su trato siempre jovial y alegre. Dejó un legado de enseñanzas a sus hijos Jaime y Luis Eduardo, a sus nueras, Ana Marta Escalante y María José Molina y a sus nietos.
El hombre de familia, no deja toda la carga de la atención y educación de sus hijos a su mujer, sino que, además de trabajar más y mejor para obtener los medios necesarios para su familia, apoya con su presencia en la vida familiar y no se siente el jefe de todos.