El día a día fortalece a mamá y a papá, se dan cuenta de lo importantes que son, sin ellos el bebé no se alimenta, no está limpio, no se desarrolla adecuadamente, pues, aunque al principio no se note, ese bebé va adquiriendo paz y seguridad porque siempre alguien le atiende ante sus balbuceos y llantos incomprensibles.
Cuando nos reuníamos para festejar a alguno de mis abuelos, su casa se llenaba de tíos, parientes y primos. Era un ambiente de gran alegría y regocijo porque los mayores contaban chistes y evocaban recuerdos divertidos. Los primos nos íbamos a jugar a un enorme patio trasero, con una huerta y algunos perros.
Cualquier pregunta o acción de un niño es una oportunidad maravillosa de advertir la riqueza de sus observaciones, la capacidad de relacionar lo que se les enseña.
Conversando con ella sobre varios temas, me comentaba: “Nunca me ha gustado que en los anuncios publicitarios se ponga tanto énfasis en la importante función de la mamá en el hogar, por ejemplo, con ocasión del Día de la Madre”.
Los primeros maestros de la vida, los que nos enseñan a vivir desde nuestra tierna infancia son realmente nuestros padres. Por eso es tan importante contar con ellos dos.