Se debe apreciar a todos los integrantes de una familia y quererlos de todo corazón. En ese ejercicio cotidiano, hay que aprender a perdonar, comprender y disculpar. Esto se dice fácil, pero en muchas ocasiones, hay que hacer un esfuerzo particular para lograr ese objetivo.
La fidelidad en un matrimonio se forja en lo que parece pequeño y en lo grande para enfrentar y solucionar las situaciones difíciles. Caso similar es como cuando se inicia una empresa, o cuando un joven recién egresado de la universidad en una profesión determinada, se enfrentan a situaciones difíciles, problemas, contradicciones. Son, podríamos decir, “la sal de la vida”.
Está comprobado que socialmente es mucho más destructiva la legalización del divorcio que la del aborto. Debido a que el divorcio destruye, en su raíz, a la célula familiar, fundamento de toda sociedad. Con esto no quiero decir que el aborto no sea un infanticidio ni que moralmente sea menos grave que el divorcio.
La familia constituye una comunidad de amor y de solidaridad insustituible para la enseñanza, para la transmisión de valores culturales, éticos, sociales, espirituales y religiosos esenciales para el desarrollo y el bienestar de sus propios miembros y de la sociedad”.
La fidelidad de los cónyuges es lo que más los llena de alegría, lo mismo que los hijos y los nietos. Paladean todos esos años que vivieron juntos, desde que se conocieron. Luego cuando se pusieron de novios e iban a fiestas y bailes.