Sin importar el tipo de familia en el que hemos crecido, todos hemos llegado a la vida por la unión de un hombre y una mujer, sea ésta del tipo de sea. Por lo tanto, todos tenemos una madre y un padre biológico, así hayamos sido concebidos por inseminación artificial.
Durante muchos años, se creyó fervientemente que la persona encontraba el impulso de la motivación en la remuneración económica, el premio, el aplauso; sin embargo, esta forma de estimulación provocó en muchas generaciones, la sensación de ser un objeto de utilidad.
Muchos personajes ilustres de la historia tuvieron unos progenitores que educaron a sus hijos con ideales de servir a la Patria y virtudes ciudadanas.
En la infancia no somos capaces de valorar en toda su profundidad la ayuda que recibimos de nuestros padres en primer lugar, y después de tantísimas personas más, como otros miembros de la familia, nuestros profesores, nuestras amistades, e incluso todas aquellas personas que hacen posible la buena marcha de la vida en el poblado y en la sociedad más amplia.
Todos hemos venido a esta tierra para encontrar una misión, no hay persona que no la tenga. Y cuando estamos frente a una persona a la que estamos dispuestos a amar por el resto de nuestras vidas, la consigna es para ayudarse y darse mutuamente.