Cuándo les preguntas a esos conocidos cómo fue que los adquirió, su respuesta parece muy sencilla:
-Mi papá me invitaba todos los días a levantarme temprano y nos íbamos a caminar, o a correr o andar un rato en la bicicleta.
La incertidumbre impregnó todo. En ese estado, nuestra interioridad se afectó con el primer impacto de la sorpresa, luego con el poco espacio para realizar todo lo que hacíamos en distintos sitos adecuados a cada actividad.
Los seres humanos tenemos en nuestra misma persona una estructura de familia. Nuestro nombre revela cuál es nuestra identidad.
La adaptación ha exigido mucho, por la multiplicación de las tareas de todos en el mismo sitio, ocasionando demasiadas incomodidades, pero también por el espectro de la enfermedad que nos asustó dado el desconocimiento para afrontarla y por la gravedad de las consecuencias en los enfermos, y en la velocidad de propagación.
Lo más importante es el sentido que se le dé al esfuerzo: primero Dios, luego los demás y en tercer lugar uno. Mientras más útil y desprendido de sí se imagine, mayor será la fuerza interior para superar las dificultades y conseguir el ideal.