No hay recetas iguales para todos, pero, algo hay en común que nos puede servir a todos ¡La transformación interior! Es, en definitiva, el alfa y la omega de las enseñanzas de Jesús. Metanoete, esa palabra griega del Evangelio, no es solo “Haced penitencia” sino “Transformaos”.
Hace algunos años hubo una campaña en medios de comunicación con la finalidad de promover el uso responsable del agua, el slogan decía así, “Dios da el agua, pero no la entuba” ¡Sólo eso faltaba, que Dios tuviera que hacer llegar el agua hasta la regadera o la llave del fregadero!
Con el trabajo construimos nuestro futuro, de tal modo que el trabajo bien hecho, viene a convertirse en nuestro principal capital. Más aún, lo que hacemos en el presente, eso cosecharemos en el futuro.
Lo más importante es el sentido que se le dé al esfuerzo: primero Dios, luego los demás y en tercer lugar uno. Mientras más útil y desprendido de sí se imagine, mayor será la fuerza interior para superar las dificultades y conseguir el ideal.
Todos los ciudadanos del mundo, hemos de ver estos momentos como la oportunidad de prepararnos para la continuidad de la vida. Tanto en la tierra como en el cielo.