Un orden sano y vital consiste en realizarse con la familia, ser exitoso en el trabajo y mantener amistades profundas. Si quitamos a Dios de nuestras vidas, hemos equivocado el camino.
Al darse la fecundación, el nuevo ser humano es querido por Dios. No es alguien que nace y “a ver qué sucede”, esa criatura tiene una misión, un encargo directamente dado por Él. Y además dotado con unas inclinaciones para realizar ese proyecto. Esa misión es para provecho de la misma persona, y con esa tarea beneficiar a los demás.
Poner buena cara cuando el “horno no está para bollos”, requiere de una actitud sencilla, porque al mal tiempo, darle buena cara.
No hay recetas iguales para todos, pero, algo hay en común que nos puede servir a todos ¡La transformación interior! Es, en definitiva, el alfa y la omega de las enseñanzas de Jesús. Metanoete, esa palabra griega del Evangelio, no es solo “Haced penitencia” sino “Transformaos”.
Hace algunos años hubo una campaña en medios de comunicación con la finalidad de promover el uso responsable del agua, el slogan decía así, “Dios da el agua, pero no la entuba” ¡Sólo eso faltaba, que Dios tuviera que hacer llegar el agua hasta la regadera o la llave del fregadero!