Su lista de logros es larga y variada. Desde conferencias en Nueva York hasta la nominación al Premio Nobel de la Paz en 2005. Jiménez comenzó su lucha social peleando por los derechos de los niños gracias a que la invitaron como embajadora de UNICEF cuando cursaba el primer grado de primaria.
La complejidad del fenómeno callejero es lo que ha fijado los objetivos de esta organización, pues su filosofía parte del respeto a los derechos humanos y perspectiva de género, promoviendo los procesos sociales y el acompañamiento educativo para el ejercicio integral de estos derechos.
La iniciativa tiene el objetivo de donar mascarillas con diseños divertidos a estos pequeños, y para lograrlo, la firma creó alianzas con organizaciones como Cafemin, Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, Casa Mambré (que apoyan a infancias migrantes) y Casa de la Amistad para Niños con Cáncer IAP.
Uno de sus ejes principales se centra en hacer incidencia en políticas públicas para que a los menores les sean respetados sus derechos.
El artículo al que quiero referirme se titula El nuevo feminismo del Papa en el hace un “registro que destaca la preocupación de la Iglesia por las mujeres”.