Si somos humildes: los fracasos nos ayudan a trabajar mejor
Vea en los fracasos experiencias de aprendizaje. Con el fracaso percibimos lo que no debemos hacer y descubrimos un camino que nos acerca o nos conduce al éxito deseado. Considere los fracasos como la retroalimentación negativa, que se requiere para corregir el rumbo y tomar un camino acertado.
Los fracasos son una gran oportunidad de crecer en afán de superación y hacer crecer las virtudes y las actitudes positivas. Descubra en los fracasos la oportunidad de aumentar su buen humor, pero llegue a la causa del fracaso para corregirse.
Vea en los fracasos la coyuntura necesaria, para practicar sus técnicas y mejorar su trabajo. Aprecie el trabajo como, algo divertido, en una labor que debe conquistar. El fracaso es parte de la vida misma, que consiste en un comenzar y recomenzar, pero no para lamentarse y/o permanecer caído: sino para levantarse y remontar uno más arriba que las águilas.
No se trata de desear el fracaso, sino de aprender a manejarlo en beneficio de todos. Cuando ocurre el fracaso, necesitamos iniciar el proceso con la recopilación de personas, hechos y consecuencias asociados.
“Te asustas ante las dificultades, y te retraes. ¿Sabes qué resumen puede tratarse de tu comportamiento?: ¡comodidad, comodidad y comodidad!
Habías dicho que estabas dispuesto a gastarte, y a gastarte sin limitaciones, y te me quedas en aprendiz de héroe. ¡Reacciona con madurez!”. (san Josemaría Escrivá de Balaguer, Surco, n. 521).
Aprendamos de nuestros fracasos para estar mejor que antes, y conseguir con alegría los objetivos que nos proponemos.