Anunciación.- Nuestro país presenta un rostro social ampliamente diversificado, dentro del cual los pueblos indígenas aportan la riqueza de su patrimonio cultural a la identidad mexicana. Estos pueblos están integrados por más de 10 millones de personas y sin embargo, aún son los más pobres de los mexicanos. 
Los cambios generados en nuestra sociedad han transmutado el rostro de los indígenas de tal manera que pareciera visto a través de un caleidoscopio de formas, colores y múltiples facetas. El “indigenismo” poético, bucólico, homogéneo, y lejano se ha modificado profundamente para dar pie a un sector de la población mucho más móvil y heterogéneo.
De esta manera, la población indígena está demandado formas más participativas para propiciar el desarrollo de sus comunidades, buscando una sostenibilidad social, cultural, económica, desarrollando y potenciando sus capacidades locales.
Una muestra de ello es la comunidad otomí del municipio de Temoaya, en el Estado de México. Debido a su cultura tradicional y conservadora, el pueblo otomí conservó el conocimiento ancestral sobre el uso y las propiedades de las plantas medicinales de la zona norte del Valle de Toluca, como una manera de dar una respuesta a los problemas de salud que enfrentaban por vivir en una situación de pobreza, decidiendo aglutinar el conocimiento de la herbolaria otomí con otras técnicas de salud alternativa
De esta manera en 1999 se constituyó Promotoras Ñhahto para un Desarrollo Integral Comunitario, IAP, para brindar atención de salud a la comunidad, al mismo tiempo que se rescata la sabiduría ancestral otomí en el uso de hierbas medicinales para tratar diversas enfermedades.
Las mujeres otomíes que se acercan a la institución reciben alfabetización, talleres de higiene y nutrición; las que lo desean, son capacitadas en preparación de microdosis, herbolaria, acupuntura, reflexología, auriculoterapia y terapias alternativas, anatomía y fisiología, diagnóstico bioenergético, esencias florales, masajes y terapias alternativas; lo que ha logrado conformar un grupo de mujeres aptas para brindar servicios de prevención de enfermedades comunes y tratamiento herbolario para beneficio de la propia comunidad.
Desde sus inicios, la institución ha perseguido el objetivo de lograr que en las comunidades indígenas, de manera particular las mujeres, superen los atrasos que vienen padeciendo, se conozcan y se auto valoren como sujetos capaces de integrarse a la sociedad, preservando y aportando a la misma los valores propios de su cultura.
Hoy por hoy, el pueblo otomí está siendo protagonista de su propio desarrollo; van pisando fuerte en el reclamo de sus derechos, en la búsqueda de servicios, en la atención a sus necesidades; están construyendo su futuro desde su presente, sin olvidar su pasado.

Por Heidi Morales: JAPEM