SEAMOS MADUROS
Autor: Gabriel Martínez Navarrete
La persona madura sabe vivir en equilibrio, en paz y tranquilidad con situaciones que no puede mejorar o modificar para bien. Cambia oportunamente las situaciones cuando las circunstancias así lo exigen.
La madurez se manifiesta en la perseverancia y habilidad para sacar adelante un proyecto a pesar de los fracasos y obstáculos. El maduro posee la capacidad de enfrentarse a las desgracias, molestias, frustraciones y derrotas, sin lamentaciones ni desmayos.
Una persona madura sabe controlar la ira y superar las diferencias sin violencia y destrucción. Esto requiere la libertad o el temple de rechazar un placer momentáneo en aras de una felicidad duradera. Es decir, tener paciencia.
Madurez es humildad, aceptarse así mismo. Y tener la valentía de reconocer cuando uno se ha equivocado, para rectificar y tomar el camino correcto. La humildad es la verdad.
Madurez es tomar una decisión adecuada y sostenerla. Adecuándola a la realidad, según sea necesario.
El inmaduro se pasa la vida insistiendo sin posibilidades y termina por no hacer nada positivo. La persona madura cumple con la palabra dada y se compromete siempre con el bien.
La Navidad nos debe ayudar mucho para vivir con madurez: amar a Dios sobre todas las cosas y amar a los demás como uno se ama a sí mismo. No es un estado –porque tendemos al mal si nos dejamos llevar por lo negativo-, sino una lucha por conquistar siempre el bien. En esta Navidad, aprendamos que el modelo es el Niño Dios y su vida santa.