Crónica de una entrevista de Alonso Castellot a Tere García Ruiz

Alonso Castellot, conductor de Red Empresarial, me invitó a su programa, a través de Lorena Rubio. La coordinadora de invitados de la sección de Lorena, sobre mujeres empresarias, me dijo que la entrevista sería para hablar de mi éxito empresarial. Yo respondí que no era empresaria y que dirigía una Institución de Asistencia Privada con déficit mensual permanente; que, en todo caso, el éxito de mi institución era el beneficio social. Le envié el link del portal de internet, donde se puede leer, escuchar y ver al México real concebido y parido por la sociedad civil organizada a favor de la mayoría; de millones de personas familias y comunidades en situación de pobreza y pobreza extrema. “Mi tarea es hacer periodismo especializado en altruismo y sociedad civil”.
Aun así me invitaron.
Lorena Rubio hizo la introducción y la primera pregunta. Ante mi respuesta, Alonso entró al quite. La conversación fue difícil; hablamos en dos o tres planos diferentes. Alonso no encontró eco a su intuición empresarial en mis respuestas; sus paradigmas fueron interceptados y cuestionados, sin que hubiésemos llegado al entendimiento. Esto era de esperarse: los dos somos entrevistadores, exploradores de campos diversos y distantes. Él consulta y promueve al sector empresarial; yo, al sector altruista. Para él, lo más cercano a mi labor es la filantropía y la empresa socialmente responsable; que aunque se parece, no es lo que yo difundo.
Me preguntó qué le diría a los empresarios en relación a las organizaciones altruistas. Respondí: que si se trata de ayudar den no cobijas, ni despensas ni juguetes a “los niños pobres”, sino trabajo para sus papás. Que antes de dar de lo suyo, en donativos, devuelvan a los campesinos lo que es de ellos, porque corresponde a su dignidad humana; que paguen bien a sus empleados, que paguen impuestos, que generen empleo, que compartan su éxito empresarial, que no pongan sus negocios junto a otros semejantes para hacerlos quebrar y ganar mercado, que tengan como proveedores a los más pobres y que hagan socios a los campesinos, en lugar de empleados suyos.
Alonso intentó de otro modo hacer la misma pregunta. Se refería a la filantropía y responsabilidad social empresarial. Entonces, intenté de otro modo, responder a su pregunta. Le dije que el desempleo es un problema de identidad humana; muchos empresarios prefieren las cosas a las personas y generan pobreza y desempleo; le expliqué que la pobreza extrema, entre los 52 millones de pobres en México, provoca problemas secundarios que son, precisamente los que atienden las organizaciones altruistas: ya no son sólo la vivienda, la salud y la educación los temas de ayuda sin fines de lucro; sino los que se derivan del desempleo y la pobreza: migración, abandono, ruptura familiar, madres ausentes del hogar, deserción escolar, callejerismo, embarazos en adolescentes, alcoholismo, drogadicción, ancianos abandonados, personas con discapacidad sin familia y en albergues, niños institucionalizados. Y para darle una idea de lo que estaba hablando, le informé que en México hay 5 millones de niños en situaciones críticas: abuso y explotación sexual, deportación por intento de migración a  Estados Unidos, trata, asilados en albergues, hijos de papá o mamá en cárcel, problemas de bullying y aprendizaje, niños trabajadores y entre ellos, trabajadores agrícolas; etc.
No, no. Alonso bajaba la cabeza moviéndola de un lado a otro. Insistió en que lo que él quería era que yo dijera a las empresas lo que pueden hacer para coadyuvar con las organizaciones altruistas. Entonces insistí de otro modo explicando que mientras las organizaciones altruistas trabajan en la asistencia, promoción humana y liberación; aunque también intentan prevenir, saben que no pueden hacerlo; porque no depende de ellas, así que, los empresarios son quienes deben trabajar en la prevención de los males sociales extendiendo su éxito empresarial y “hay que erradicar la pobreza”, le dije; y de inmediato rectifiqué: “me corrijo; hay que erradicar los monopolios para erradicar la pobreza”.
Al no hallar una respuesta que avale el posicionamiento de marcas con el anuncio gratuito de sus acciones filantrópicas; Alonso me preguntó qué le puedo decir al gobierno para que ayude a las organizaciones altruistas o a los empresarios para que ellos ayuden a las organizaciones altruistas. Le dije que hagan leyes a favor de los pobres, que exijan y garanticen el pago de impuestos, que eviten los holdings, que no haya sueldos mínimos de hambre, que procuren el desarrollo del campo y no se lleven los ríos a las grandes ciudades para favorecer a los empresarios, en lugar de atender a las necesidades de desarrollo de la mayoría pobre. Le dije que no es justo que el gobierno se hinque ante los empresarios haciendo leyes que favorecen los monopolios. Alonso me dijo que las leyes no favorecen a los empresarios. El tiempo se acabó y no pudimos seguir hablando. Seguro que tiene razón en que las leyes no favorecen a los empresarios; como también está claro que ni las leyes ni las instituciones gubernamentales están favoreciendo arrancar desde la raíz, todos los problemas sociales.
Y ¿cuál es la raíz? La cultura positivista, materialista, hedonista e individualista, con la que, desde lo alto y global, se ha decidido hacer un mundo para ricos; aunque se mueran de hambre y dolor los pobres, a quienes sin embargo, a través de la publicidad, se les invita a creer que la felicidad está en tener cosas materiales; razón por la cual, abandonan, mienten, roban y matan con tal de ser “felices” con lo que unos cuántos dicen que se es feliz.
Fuera del aire, al salir del programa, Alonso me preguntó otro poco. Yo le dije que los mejores modelos de responsabilidad social son: Toks que invita, capacita y equipa, como proveedores a las comunidades rurales a las que ha logrado llevar de la pobreza extrema al desarrollo y Farmacias Similares que vende lo mismo, pero más barato, sin ser piratería; que paga todos sus impuestos; hace socios a los desempleados al convertirlos en franquiciatarios y favorece el autoempleo de médicos, a quienes da en comodato sus consultorios, y después de todo eso, también da donativos. Estas dos estrategias, sí son responsabilidad social empresarial, le dije.
Alonso no puso buena cara ante mis dos ejemplos. Y me despidió diciendo: “fue un placer”. Obvio que no había sido un placer entrevistarme. Yo le dije que aunque no haya sido un placer, me gustó haberle regalado, a él y a su público, mi análisis de la realidad, para que en México sigamos pensando qué hacer, y hacer algo que realmente transforme esta realidad caótica en una nación de paz y plenitud para todos.
¡Ah! Sí. Lo olvidaba… Durante la entrevista, me preguntó qué hace mi institución y si tengo un catálogo de instituciones altruistas para que los empresarios den donativos. Yo le dije que no tengo ni directorio ni alianzas, como el Cemefi; que soy periodista y por eso, mantengo libertad para denunciar problemas en las soluciones de miles de organizaciones altruistas que nacen de la sociedad civil gracias a liderazgos locales de personas en todo el país; le dije que si los empresarios realmente quieren ayudar, pueden mantenerse bien informados sobre las causas sociales del altruismo en México y sus instituciones, a través de Todo México Somos Hermanos, una edición mensual de circulación nacional, y www.somoshermanos.mx de actualización diaria en internet.
Obvio que puedo recomendar instituciones altruistas; siempre lo hago: la vinculación es una actividad derivada de nuestra tarea periodística; pero lo que más quiero, es que no haya más pobreza y todo lo que de esas situaciones críticas en extremo, se derivan en males sociales; por eso es que ante muchas formas de hacer la misma pregunta, respondí que más que donativos para sostener la solución de problemas, hace falta prevenir con identidad humana a todos niveles; especialmente en aquellos donde hay dinero y poder para generar el bien.
Lorena Rubio se arriesgó al invitarme a la sección que tiene dentro del programa Red Empresarial. Le agradezco y le animo a seguir invitando voces que platiquen lo que ven, desde dónde analizan la vida; quizás en la escucha, alcancemos a dibujar un mapa real con soluciones reales para nuestro amado país.