¿Qué le impide conseguir lo que necesita?
NOSOTROS ATRAEMOS AQUELLO EN LO QUE PENSAMOS.
- Responsabilícese de sus pensamientos y de su formación.
- Cada uno de nosotros somos el resultado directo de nuestros pensamientos. El mal de la mayoría de la gente es que no dedica tiempo para pensar (reflexionar). Los éxitos y los logros dependen en mucho de lo que tengamos en la mente.
- Dedique tiempo a pensar, y pensar en grande. No desperdicie su potencial en acciones irreflexivas.
- Nadie puede atraer el triunfo si lo rechaza mentalmente o no lo ama con pasión.
- Imagine previamente y piense con detalle lo que desea alcanzar. Para hacerlo realidad, el ideal es indesligable de la acción.
- Fomente una confianza grande en Dios y en usted mismo.
- Rechace con coraje cualquier posibilidad de quedarse en la “estacada” y aumente la confianza en usted. Esto significa encararse honestamente con los propios errores y en trabajar constantemente por corregirlos.
- Vea en los errores algo muy bello, y detrás de cada error la oportunidad -el aprendizaje, la experiencia requerida- para poder coronar el ideal o proyecto.
- Piense diariamente bien de sí mismo y de sus capacidades. Será capaz, si piensa que es capaz, y actúa en consecuencia
- No existen soluciones “mágicas” o “fáciles”. Pero empiece por usted mismo: respétese, apréciese y piense dignamente, y así tendrá un comportamiento digno. Dignidad es sentir un gran aprecio por uno mismo y por los demás.
- Dedique cada día un tiempo para pensar y pedir consejo. Esto le llevará a actuar con previsión y podrá construir con rapidez. No es lo mismo hacer las cosas en un clima ordenado, sereno, tranquilo; que intentar alcanzar las metas “apagando fuegos” y en un ambiente borrascoso. Se pueden perder muchas energías y no llegar a terminar la obra.
- No le eche la culpa al otro, ni se evada. Mantenga una actitud de responsabilidad personal, y nunca se lamente. Piense: ¿qué puedo hacer para mejorar esta situación? ¿Qué depende de mí? ¿Qué de los otros?
- Cada uno es el arquitecto de su propio futuro. Por eso, hoy dedique a dar un paso más para construir ese destino. El pasado solo interesa como experiencia y el futuro se construye en el presente.
- Trace un plan de acción.
- Sus pensamientos deben cristalizarse en metas concretas.
- Redacte ese plan de modo claro, específico, concreto, breve y completo en lo que desea conseguir. Evite generalidades y palabras vagas.
- Utilice su imaginación y póngase a diseñar proyectos. Recuerde que -dentro de un sano realismo- lo que puede imaginar lo puede realizar.
- Es vital ser rico en deseos, en ambiciones buenas y cultivar ideales. Lo contrario significa carencia de aprecio por usted y por los demás.
- Este plan de acción debe ser medible, y ser cotejado periódicamente para ver el avance logrado en la práctica.
- Evite las demoras, dilaciones y desviaciones. Corríjase continuamente.
- Es necesario aprender a llevar a la práctica los proyectos o ideales. Recuerde que “la práctica hace al maestro”. Entonces, podrá enseñar a los demás a continuar con la permanencia de dicho
MANTENGA UNA ACTITUD POSITIVA HACIA LA VIDA Y DISPÓNGASE A QUE SUS PLANES SE CONVIERTAN EN REALIDAD.
- Espere lo mejor de la vida y dispóngase a recibirlo, atraiga la abundancia.
- Trabaje -con perseverancia, que nada hace desfallecer- en pos de sus metas. Recuerde que el deseo eficaz de alcanzar las metas, nos lleva al hábito o costumbre de conseguirlas.
- Pero, tiene que estar dispuesto a pagar el precio:
- Pague la “cuota inicial”
- No haga caso a las dificultades, amenazas, críticas, y al “que dirán”. Pero tampoco las ignore, porque conviene aprender a manejarlas de modo que nos sirvan como catapultas (oportunidades de mejora) para lograr lo que nos proponemos.
Si el deseo es auténtico y bueno, una vez logrado, conviene soñar nuevamente para acrecentar lo alcanzado: siempre ir a más, de lo contrario se corre el riesgo de perder lo logrado. Esto es válido si constituye un genuino servicio que hace progresar a usted y a los demás
Lo verdaderamente importante es hacer lo que Dios quiere personalmente de uno, es decir hacer la voluntad de Dios.