PODEMOS TRABAJAR SIEMPRE MEJOR
Autor: Gabriel Martínez Navarrete
Se educa con el objetivo de formar y desarrollar la personalidad de los futuros profesionales del país. Y los resultados que se obtienen son pobres: sólo unos pocos estudiantes llegan a incorporar a sus vidas, auténticos hábitos de estudio y de amor por un trabajo bien hecho, piedra fundamental para cualquier proyecto ambicioso.
El problema es complejo, e intervienen gran cantidad de factores: pero sólo dos de ellos influyen de modo decisivo: la carencia de hábitos de estudio, y el afán -con espíritu de servicio- para superarse continuamente en el trabajo.
Es frecuente que los padres de familia se quejan de que sus hijos, luego de haber hecho los estudios básicos y la carrera profesional, afirman que se encuentran en un nivel muy por debajo de sus capacidades. Los profesores –que comparten la misma opinión-, atribuyen los resultados tan lamentables al empleo excesivo del internet, de la televisión y de los videos, puesto que se han convertido en ladrones del estudio.
Por ejemplo, si el colegio exige veinticinco horas de clase a la semana, hay que añadirle otras veinticinco horas de estudio, tomando en cuenta que a una hora de clase corresponde a una hora de estudio, para adquirir un verdadero aprendizaje: la asimilación, reflexión y la necesaria transferencia a la vida práctica
En la vida real, es difícil encontrar a un muchacho que, poseyendo inmejorables dotes personales y circunstancias que le favorezcan, dedique al estudio –de modo exclusivo- seis horas diarias. Esto es lo que necesitaría, según los pedagogos, para poder asimilar lo que se le enseña en la escuela. Seamos realistas, necesitarían tiempo para jugar y descansar en otras cosas que exijan menor esfuerzo. Habría que tomar en cuenta, lo que el alumno ya no vuelve a recordar, por el olvido natural.
Abandonar lo que cuesta. Rechazar las metas que impliquen esfuerzo. Ir por el camino del menor esfuerzo, equivale a conformarse con casi nada, o a ser mezquinos en la autosuperación personal y en el servicio a los demás. Los maestros opinan que el uso excesivo del internet, de la televisión y el video –extraescolares- apartan a los jóvenes del estudio, les recorta el descanso y los hace somnolientos y distraídos.
Es preciso recomenzar todos los días, para alcanzar un nivel formativo que valga la pena.