Anunciación.-Con la misma intensidad con la que la banda de por aquí llora la temprana partida de la Princesa Leia, la de Bowie, Juan Gabriel, George Michael o Chester Bennington, con esa misma intensidad, decía, pasan por aquí y por allí los que lloran el efecto aún no experimentado del Brexit, el amago del Frexit que se libró de nacer por un pelo de rana calva gracias a la capacidad seductora de Macrón. Lloran y añoran con un espíritu anti liberal, con un incoherente discurso que toma slogans añejos comunistas, nacionalistas, proteccionistas…

A contrapelo, condenan a Maduro y se montan al tren inacabable de los debates instantáneos, desinformados e inútiles de las redes sociales, aduciendo a la idea de la aldea global, los derechos humanos, la gran pose de ser “progres”  y el lado oscuro del dictador trasnochado.

Se suman al linchamiento virtual y virulento de algún sujeto que lastima a un perro, a un gato; se burlan del color de piel, el peinado y de las diminutas proporciones de las hechuras genotípicas de Mr. Trump promovidas en el ciber chisme, o gritan delirantes condenando al cara de niño dictador de Corea del Norte, a la declaración desafortunada de algún cantante o artista popular al que se le tortura hasta las lágrimas de cocodrilo etiquetándolo de misógino, homófobo, o pelmazo de primera división.

Afuera, afuera, siempre afuera, con pose experta de trotamundos, acusando esquizofrenia liberal y conservadora, volteando la cara deliberada y cínicamente a la realidad de una sociedad que ya por pudrirse llegó al punto de tirar a todas las estrellas del firmamento del orgullo nacional, de la quintaesencia vernácula.

Por aquí ya no escampa, señores, y quizá por eso sea mejor voltear afuera y hacer el intento de engañar a todos los demás de nuestra supuesta consciencia social opinando y gritoneando en temas ajenos, pues parece que de voltear hacia adentro, lo único que habría que reconocer es nuestra culpa inexcusable de haber permitido por acción, complicidad, corrupción compartida o indiferencia criminal, llegar hasta donde lo hemos hecho, crear el inefable ridículo que nos hemos montado entre todos por acá.

Y al voltear afuera abandonamos más, y dejamos a la deriva esa esencia que nos define y de la que ya se apoderó de manera irremediable la ambición, la voracidad, la frivolidad. La raza de bronce ha sucumbido a la grosera ambición de tener hueso, traer charola, pistola al cinto piteado, viejas y viejos sobre una troca grandota de colores llamativos. Tener por tener, el dinero es lo único que nos define…

Convertimos a la antigua Mesoamérica en una tierra de nadie, en un reducto de delincuentes idolatrados, basado en el compadrazgo y la complicidad, en una tierra donde ahora está claro que el mercader de sueños murió hace mucho ya -o lo matamos por linchamiento-, y el príncipe azul es, después de todo, un vulgar impostor… (J. Sabina dixit).

Los ídolos siguen cayendo de su pedestal y ya parece no va a haber dios, arcángel, ni virgen que nos ampare. De manera generalizada las virtudes parecen haberse invertido y la divisa social genérica es la trampa, el ardid, la mentira y el enriquecimiento ilícito (no inexplicable, porque vaya que ese sí que lo podemos explicar en todos los casos de quienes nos han esquilmado, a quienes todos conocemos). “Masiosare” acabó siendo un extraño enemigo…

De qué nos queremos salir nosotros, si no es de nosotros mismos, de la encomienda que hemos adoptado sumisamente haciendo del dinero mal habido a nuestro nuevo dios, de la hipocresía la nueva divisa de convivencia, y adaptándonos a navegar en las aguas de la mayor afrenta que jamás hubiésemos imaginado como nación. Los “Sentimientos de la Nación” de José María Morelos y Pavón y el “¡México, creo en ti!” de Ricardo López Méndez, se convirtieron en corrido norteño, sonsonete reggeatonero.

Sí. Es impostergable salir de aquí, es imperativo sacudirnos drásticamente de esta versión mexicana impresentable, envenenada, perniciosa, degenerativa. Hay que tomar una salida ya -Mexico’s exit-, hacia otra ruta nueva y distinta, en los hechos, en los colegios, en tu trabajo, en tu casa y en la mía. Ya es tarde, despierta antes de que sea demasiado tarde, y ya no haya remedio en tu vida, en la mía y ni en la de la madre que nos parió a todos. ¡Mexit now!

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