Anunciación.- El sábado pasado se celebró la décima edición en todo el mundo de “La Hora del Planeta”. En punto de las 20:30 horas más de 10 mil 400 monumentos y edificios emblemáticos de 7 mil ciudades de 170 países y territorios del mundo apagaron sus luces como un testimonio simbólico del poder de las personas, ciudades y países para ser parte de una solución global, para llamar a la acción frente al cambio climático.

En nuestro país se sumaron a esta celebración; la Ciudad de México y municipios de Puebla, Veracruz, Quintana Roo, Guanajuato, Oaxaca, Campeche, Sonora, Baja California, Coahuila, Querétaro, Baja California Sur, Chihuahua, Nuevo León, Estado de México, Tabasco y Morelos.

En la Ciudad de México esta celebración fue encabezada por Jorge Rickards, Director General Interino de WWF México, y Tanya Müller García, Secretaria de Medio Ambiente de la capital del país. El evento tuvo lugar en el Ángel de la Independencia, donde se encendieron mil 100 veladoras y se llevó a cabo una proyección “cero emisiones” cuya energía fue generada por bicicletas y celdas solares de imágenes y cortos sobre medio ambiente, con la temática “el México que debemos conservar”.

Además del Ángel de la Independencia, se apagaron las luces del Monumento a la Revolución, la Diana Cazadora, el Altar a la Patria, Bellas Artes, Palacio Nacional, Catedral, Rectoría y Biblioteca de la UNAM, el Centro Cultural Universitario Tlatelolco y el Kiosco Morisco, entre otros.

“La Hora del Planeta”, inició en Sydney, Australia, en 2007 y es actualmente el mayor movimiento ambiental por el planeta.

El desafío de ciudades convoca a gobiernos locales a suscribir planes, proyectos y acciones contra el cambio climático, así como inventarios de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y metas de mitigación y adaptación, con énfasis en políticas de movilidad urbana sustentable.

Entre los impactos asociados al cambio climático están la mayor frecuencia e intensidad de eventos extremos (lluvias, sequías, ciclones tropicales) con consecuencias en la disponibilidad de agua, infraestructura, viviendas y cosechas, el aumento del nivel del mar, la propagación de enfermedades transmitidas por vectores y la aparición de plagas.

Nuestra riqueza natural también está amenazada por el cambio climático: es el caso de los bosques, con el aumento de incendios y las plagas; los arrecifes de coral debido a una mayor acidez en los océanos; y especies como la ballena gris, que están cambiando su distribución geográfica.

México es altamente vulnerable al cambio climático debido a su ubicación entre dos mares, su orografía, y a que casi la mitad de la población vive en situación de pobreza.