LOS DERECHOS HUMANOS, HOY
En la actualidad se habla mucho de derechos humanos; sin embargo, al mismo tiempo vemos cómo se atropellan esos derechos, y cómo están en pugna unos sobre otros.
Necesitamos reflexionar sobre cuál es la causa de esos derechos que, por ser humanos, corresponden a toda persona, puesto que sólo las personas tienen la condición de “humana”.
Empezaremos por decir que el ser humano, de toda raza, edad, sexo y condición, tiene una enorme dignidad y que ésta se comparte en igualdad con todas las demás personas, independientemente de cualquier situación diferencial que haya entre ellas. El ser humano se distingue de los demás seres, con un nivel de superioridad sobre ellos, por la única causa de que es un ser racional y por ser inteligente y, por lo tanto, libre.
A partir de lo que es la persona humana, que además de cuerpo tiene consciencia de sí mismo, que es capaz de conocer todas las cosas, aunque limitadamente, que con su inteligencia es capaz de elegir entre ellas lo que considera conveniente para su bien y para el de los demás, queda claro que la libertad es una prerrogativa de la persona; una libertad que nadie le otorgo, sino que la tiene de origen simplemente por ser lo que es.
Partiendo del incuestionable valor de todo ser humano, queda claro que su derecho a conservar la vida, desde que es concebido y hasta que de forma natural le llegue la muerte, es el derecho primordial de todo individuo de la especia humana.
En segundo lugar, tiene el derecho a que se respete su libertad en los diferentes aspectos. Por ser un ser pensante, tiene derecho al respeto de su pensamiento; la inteligencia es libre, porque puede buscar la verdad contenida en todos los seres que existen. De tal manera que la libertad de pensamiento es indispensable para que cada ser humano vaya descubriendo lo que hay en todas las cosas. Sin la libertad de pensamiento, el desarrollo científico habría sido imposible. Nadie tiene derecho a imponer su manera de pensar en los demás. Puede haber un diálogo entre unas y otras formas de conocer la realidad y, de éste pueden surgir maneras más exactas y verdaderas del conocimiento, pero sin imposición.
A partir de esta libertad de pensamiento, se deriva la libertad de expresión. Todas las personas tienen derecho a decir lo que piensan, sin ser denostados, agredidos o excluidos por los demás.
Es impresionante como en los medios de comunicación social, tanto en los medios hoy ordinarios como la prensa, la radio la televisión, se dictan normas sobre lo que se puede y lo que no se puede publicar. Es claro cómo en los noticieros televisivos, por ejemplo, se ha venido imponiendo una obligatoriedad de incluir largas notas periodísticas sobre acciones o discursos gubernamentales. Tal parece que no basta con la “mañanera”; ahora se pretende obligar a quienes quieren ver o escuchar noticias, a fletarse los discursos absurdos de la máxima autoridad. Afortunadamente, conservamos, en la intimidad del hogar, conservamos la libertad de cambiar de canal o de apagar el audio.
Las redes sociales, se habían convertido en un medio de comunicación donde con toda libertad nos compartíamos nuestra forma de pensar respecto de todos las realidades nacionales e internacionales; sin embargo, últimamente estamos siendo testigos de cómo se discriminan muchos contenidos, si no van de acuerdo con lo que “otros” piensan u opinan. ¿Quién ha constituido jueces sobre qué es verdad y que es mentira? Dónde está quedando la libertad de expresión.
Acabamos de enterarnos de la forma en que gobiernos anteriores espiaban con tecnología muy avanzada. ¿A quiénes espiaban, y con qué propósitos? Seguramente, ¡no era para garantizar la libertad de pensamiento y expresión!
Hoy, particularmente se está dando también un ataque sistemático a la libertad de creencias. La guerra se ha empezado por atacar a quienes seguimos asegurando que el derecho de toda persona humana a conservar la vida. Se pretende hacer ver como insensibles a la libertad de los padres que decidan matar a sus hijos en gestación. No puede haber un derecho de unos que desconozca y niegue el derecho de otros, especialmente cuando se trata de padres e hijos.
También se critica a quienes se empeñan en afirmar que el ser humano existe, desde su concepción, sexuado como hombre o como mujer, lo que queda clarísimo al comprobar en su anatomía sus órganos genitales; Se ataca a quienes insisten en que esa diferencia es causa de la complementariedad entre las dos modalidades del ser humano, tanto a nivel de la pareja como a nivel social, porque cada uno tiene para aportar lo que el otro no tiene.
De este modo, se empeñan en cambiar el concepto mismo de familia, que siempre se ha entendido como el resultado de la unión de un hombre con una mujer y los hijos engendrados por ellos.
Muchos insisten en que se llame matrimonio a lo que no es matrimonio y familia a lo que no es familia en el sentido literal del concepto.
Ellos tienen derecho a pensar y expresarse en su sentido, pero no es válido que se califique de con adjetivos recientemente inventados a quienes conservan el sentido original de los conceptos: persona, libertad, derecho, vida, matrimonio, familia.
Finalmente, se ataca la libertad de religión, que es un derecho de todo ser humano a tener o no tener una religión; a tener una u otra, a conservar la que tiene y profesarla, o a decidir cambiarla, todo esto basado en el valor humano de la libertad.