Las mujeres que ahora sufren incomprensión y ataques
Por: Ana Teresa López de Llergo
Es digna la alabanza del vigor de las personas cuando luchan por denunciar alguna injusticia, con el fin de terminar con ella. Sin embargo, conviene darse cuenta que quienes se unen por esa intención, tienen otros intereses que muchas veces difieren de los de los demás y entonces se corre el riesgo de querer uniformar a todos.
Sucede que en algunos grupos de mujeres que han luchado por sus derechos fundamentales y los han conseguido, quieren mantener a todas las integrantes con las mismas ideas, encasillándolas en temas que exigen respeto y distintos enfoques. Entonces, las lideresas asumen una postura imperativa y tratan de descalificar a quienes opinan diferente.
Es el caso de las mujeres que hablan de la fidelidad al marido, que consideran esa relación como un enriquecimiento para ambos, que distribuyen sus trabajos de común acuerdo, y muchas veces ella elige quedarse en casa realizando las tareas domésticas y él se compromete a velar por que no falte el sustento en esa familia.
Además si ella está abierta a la vida y no pone obstáculos a la procreación, con mucha frecuencia sufrirá ofensas y se meterán con ella de mal modo para ver si la pueden hacer cambiar. Y acaban por excluirla. ¿Dónde queda la congruencia respecto a otras opiniones que de ningún modo ofenden la moral o las buenas costumbres? Al contrario muestran modos de proceder incluso mejores que los de la mayoría.
Gestionan sus actividades y las comentan con el esposo. Reconocen diferencias entre varón y mujer. Por ejemplo, reconocen que ellos son más concretos, pero las dotes educativas se dan mejor en las mujeres. Saben pedir ayuda y no se consideran autosuficientes, sino que ven complementariedad en los modos de ser y eso les hace felices. Obviamente las consideran tontas. Pero, eso no es sumisión sino libre elección.
Por supuesto no aceptan la ideología de género, ni las parejas del mismo sexo, mucho menos las adopciones para esos casos. Además, condenan el acoso sexual pero no lo provocan y huyen cuando hay intentos de ese tipo, en definitiva saben darse su lugar y respetan el propio cuerpo y el de los demás. Por eso, luchan contra la hipersexualización de la sociedad.
Y, no fingen ser felices porque lo son.