Las enfermedades y pandemias que han sacudido al mundo. Parte 2
Por: Fernando Óscar García Chávez
Fotografía: Derechos Reservados
“Si una mente no está sana, no puede interpretar sanamente las cosas”
Giovanni Boccaccio. El Decamerón.
El coronavirus COVID-19 que se esparce por el mundo se ha convertido en la mayor pandemia del siglo XXI, sin embargo, esta no es la peor crisis de salud a la que se ha enfrentado la humanidad.
A lo largo de la historia el mundo se ha visto amenazado por diversas enfermedades y epidemias que han dejado miles de muertos. Entre ellas están la epidemia de viruela japonesa, la viruela, el cólera, la fiebre amarilla, la gripe de Hong Kong y la gripe española, que surgió en 1918 y cobró la vida de más de 50 millones de personas.
La peste bubónica -la peste negra, la peste por antonomasia- es considerada una de las mayores tragedias de la humanidad, la cual causó sucesivas pandemias, dejando los primeros registros más o menos confiables, capaces de ilustrar cómo se fueron dando los sucesivos pasos en el entendimiento y control de la situación. Aunque en el libro de Samuel o “Libro de los Reyes” que forma parte del Antiguo Testamento de la Biblia hace su aparición más antigua documentada con descripciones que pudieran corresponder a esta patología, y existen antiguas referencias de Tucídides en su “Historia de la Guerra del Peloponeso”, la plaga que asoló Atenas desde el 430 hasta el 426 a.C.; Hipócrates enseñó unas fumigaciones eficaces, pero eran una gota en el mar. Caían hombres y mujeres, fuertes y débiles, ricos y pobres, jóvenes y ancianos; y de Cipriano, un antiguo escritor cristiano que fue testigo y describió la plaga (siglo III d.C.),
La primera gran pandemia de la peste bubónica, llamada Peste de Justiniano, se registró en el mundo antiguo en tiempos del emperador Justiniano, azotando el imperio Bizantino en el siglo VI d.C.; tuvo ciclos de reproducción de entre ocho y doce años durante sesenta años y terminó mezclada con viruela, hasta su desaparición en el año 700 d.C. En cuatro meses acabó con casi 40% de la población, extendiéndose a África, Asia y Europa.
Luego tenemos la segunda oleada de peste bubónica o peste negra (debido a las manchas negras que producía en la piel), que asoló toda Europa entre 1347 y 1382, habiéndose iniciado, de acuerdo a la mayoría de las descripciones, en Catay (China). De ahí siguió su camino por la ruta de la Seda y llegó hasta la península de Crimea, en la costa septentrional del Mar Negro. La epidemia se propagó en los barcos genoveses que volvían a Europa. El primer contagio ocurrió en Mesina, una ciudad italiana a la que llegaban los marinos. En Europa sólo respetó a Islandia, no así, a la ya descubierta Groenlandia, para extenderse luego a Arabia y Egipto. Por años, pueblos y ciudades de Europa se vieron arrasados por el horror, sin conocimientos médicos y científicos para combatir la pandemia, cobrando 34 millones de víctimas.
Las epidemias de la peste bubónica son:
- Peste de Cipriano Siglo III d.C. Prevalece 20 años y causa entre 3 y 5 millones de víctimas.
- Peste de Justiniano Siglo VI d.C: 60 años de peste. Alrededor de 25 millones de víctimas (13% de la población mundial)
- Peste Negra 1347-1382, cobra 34 millones de víctimas.
- La gran peste de Milán, 1629-1631, cobra 280 mil víctimas.
- La gran plaga de Londres, 1665-1666, entre 700 y 100 mil víctimas.
- La Gran peste de Viena, 1679, 76 mil víctimas.
El Decamerón de Giovanni Boccaccio, es un libro entretenido, escrito entre 1351 y 1353, constituido por cien cuentos. La obra comienza con una descripción de la peste bubónica (la epidemia de peste negra que golpeó a Florencia en 1348), lo que da motivo a que un grupo de diez jóvenes, siete mujeres y tres hombres que huyen de la plaga, se refugien en una villa en las afueras de Florencia.
El Decamerón contiene así una descripción de los efectos físicos, psicológicos y sociales que la peste bubónica ejerció en esa parte de Europa, dejando constancia que ya existía el concepto de aislamiento y una noción de contagio. El médico que atendía a los afectados se cubría con una máscara protectora que asemejaba un pico de ave con dos agujeros para respirar y que rellenaba con perfume, ataviado con una larga túnica y la cabeza con sombrero y uso de lentes. Además, usaba botas de cuero de cabra y se ayudaba con un bastón o varita para tocar al paciente.
Cordón sanitario y cuarentena
La cuarentena nació en 1374, con el edicto de Reggio, ciudad de Módena, Italia. En realidad, fue un cordón sanitario, pues el término cuarentena derivó en término marítimo, aplicándose un período de aislamiento a los buques que llegaban de puertos de mala fama médica. Este período llevaba implícita la idea del período de incubación; amparándose en él, Venecia y Génova cerraron sus puertos a los barcos que venían de zonas infestadas y les impuso un periodo de 10 días de observación, tres años después, en el puerto de Ragusa (hoy Dubrovnik, Bosnia-Herzegovina, sobre el Adriático) se decretó treintena en 1377; y en Marsella (1383), se terminaría fijando en 40 días. Había nacido la cuarentena.
¿Por qué 40 días? Entonces se creía que era el plazo en el que se había pasado la fase crítica de la enfermedad, pese a que no se conocían los agentes microbianos que la transmitían. Pero también se ampararon en el simbolismo del número 40: los días que duró el diluvio, los días que estuvo Jesús en el desierto, los días que dura la Cuaresma.
Inmunización
Las epidemias permitieron a algunas personas instruidas observar que quienes habían sobrevivido a la enfermedad, no volvían a enfermar. La práctica de la variolización, esto es, la inoculación en la piel del contenido de una pústula de un enfermo, era ya milenaria en India cuando Mary Wortley Montagu (1689-1762) la popularizó en Europa. Ya se empleaba el método, como complemento de la cuarentena. La visión genial de Edward Jenner (llamado el padre de la inmunología) en 1776, de que podía inmunizarse sin peligro reemplazando la pústula de viruela por una de vacuna, terminaría por imponerse, aunque él mismo prefirió variolizar a su hijo y no vacunarlo. La vacunación ha terminado con los cordones sanitarios, reduciéndose a medidas más racionales.
TUBERCULOSIS
La tuberculosis (abreviada TBC o TB), llamada alternativa e históricamente tisis, es una infección bacteriana contagiosa que afecta principalmente a los pulmones, pero puede propagarse a otros órganos. La especie de bacteria más importante y representativa causante de la tuberculosis es Mycobacterium tuberculosis o bacilo de Koch.
La tuberculosis es, posiblemente, la enfermedad infecciosa más prevalente del mundo, considerando su forma latente, en la cual no presenta síntomas, asimismo es la segunda causa de muerte a nivel global, y la primera entre las enfermedades infecciosas, contagiando por vía aérea, cuando las personas infectadas tosen, estornudan o escupen.
La tuberculosis continúa en la actualidad afectando a una tercera parte de la población mundial, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS); es decir, aproximadamente 2.3 billones de seres humanos que viven en este momento han estado expuestas al patógeno de la de tuberculosis.
VIRUELA
La infección causada por el Variola virus es una enfermedad reconocida desde hace más de 2,500 años. Es una infección altamente contagiosa, que se transmite por contacto con saliva, piel, e incluso, ropa y sábanas de enfermos que la padecen. Los primeros brotes ocurrieron en el siglo IV y V en Asia, sobre todo en el Imperio Chino, pero con las conquistas de los hunos, y después mongoles, la enfermedad se fue diseminando tanto al oriente—Corea y Japón— como al occidente, llegando así a Medio Oriente y, luego, debido a las cruzadas, a Europa.
En los siglos XIV y XV, la aventura de los navegantes llevó a la conquista de África por parte de Portugal, y después, de España, Francia y Gran Bretaña en América. Sin saberlo, la colonización no sólo conquistaba lugares inhóspitos con seres humanos diferentes, también llevaba entre sus armas esta infección que encontró así a poblaciones que, al no tener exposición previa a este virus, eran totalmente vulnerables.
Es bien conocido que, en la conquista azteca, los españoles arrojaban cuerpos infectados con viruela para propagar la enfermedad, sabiendo que al ya haber sido expuestos en el pasado ellos resultaban inmunes. Se puede argumentar que fue una de las primeras armas biológicas usadas por el hombre.
Gracias al éxito de la campaña mundial contra la viruela, el 8 de mayo de 1980, la OMS declaró la erradicación de esta enfermedad: uno de los mayores triunfos de la ciencia. Debido a que los nacidos después de 1970 ya no recibieron la vacuna, el 75% de la población mundial es susceptible a desarrollar viruela, por lo que en la actualidad es considerada un arma biológica que bien podría usarse en un futuro y volver a marcar a la humanidad, debido a cepas de viruela que existen en laboratorios especializados en los Estados Unidos de América, así como en otros países desarrollados.
PESTE BUBÓNICA
La peste bubónica o peste negra, como se le conoció en la Edad Media, fue, de alguna forma, el regulador de la población. La peste se transmite por la picadura de la pulga de la rata. La sobrepoblación se asoció a hacinamiento y falta de higiene, siendo los roedores huéspedes ideales de esta dualidad.
Los médicos utilizaban máscaras que evitaban el contagio, o al menos así lo pensaban, pero el aspecto macabro de dicha protección llevó a darle un tinte terrorífico a esta enfermedad. Los médicos usaban esos uniformes apocalípticos que aún pueden ser vistos en museos.
Después, vino el descubrimiento del verdadero agente causal, Yersinia pestis, un pequeño bacilo Gram negativo que al infectar al individuo provoca una gran inflamación ganglionar, el llamado bubo, y que puede después diseminarse, produciendo septicemia y la muerte del individuo. Al ser una bacteria, es susceptible a antibióticos, y la mayoría de los casos actuales ocurren en forma esporádica y la enfermedad es curable con gentamicina.
INFLUENZA
El virus de la influenza es un ente mutante; tiene en su estructura dos proteínas, hialuronidasa y neuraminidasa. Estas proteínas varían en su estructura cada año y generan la posibilidad de producir un nuevo cuadro de influenza en el individuo que ya la padeció en años anteriores. Pero la característica más importante que tiene este virus es su presencia en otros animales: aves, caballos, puercos, incluso delfines.
En ocasiones puede existir una coinfección en un individuo con cepas humanas y de animales, lo que da origen a un cambio antigénico mayor. Es decir, el virus cambiará por completo la estructura de sus proteínas, y así, se formará una cepa de influenza que puede ser totalmente nueva para el ser humano (H1N1 porcina); cuando esto ocurre, la población entera es susceptible a la infección, siendo la tasa de contagio muy alta debido a que la transmisión ocurre por gotitas de secreción respiratoria que pueden encontrarse en las manos, superficies y medio ambiente.
En la Primera Guerra Mundial se calcula que murieron entre 9 y 10 millones de individuos por el enfrentamiento bélico. Los Estados Unidos de América entraron a la guerra en 1918, y en sus primeros barcos llevaron enfermos de influenza a una Europa mermada por el hambre, la pobreza y dos años de guerra. El resultado fue gravísimo: en dos años murieron 40 millones de seres humanos por la influenza.
Durante los siguientes años han ocurrido otros brotes epidémicos en China, y a finales de los años 50, en Hong Kong, territorio que en esa época pertenecía a la Gran Bretaña. El riesgo actual es la transmisión de una cepa modificada con genes de otra especie no humana con un virus humano. Han ocurrido pequeñas epidemias, como la influenza aviar y la porcina, que afectó a México en el 2009. En estos casos, o bien la cepa no ha sido tan virulenta como se esperaba (situación que ocurrió en México), o bien, la cepa es virulenta, pero con poca capacidad de transmisión de humano a humano (lo que ha ocurrido con la influenza aviar). Sin embargo, la rápida y frecuente mutación de este virus hace probable la presencia de una pandemia por un virus con alto grado de virulencia y alta contagiosidad, que pudiera causar cientos de millones de muertes en el Mundo actual, por difícil de creer, no está preparado.
SÍNDROME DE INMUNODEFICIENCIA ADQUIRIDA (SIDA)
En 1981 se reportó en la revista MMWR (Morbidity and Mortality Weekly Report) una pequeña epidemia en California, en donde individuos en apariencia sanos morían de infecciones que característicamente ocurrían en personas con problemas inmunológicos severos. De ahí el término infecciones oportunistas, ya que sólo afectaban a seres humanos carentes de un sistema de defensas adecuado. Al analizar las características demográficas de esos pacientes, se encontró que la gran mayoría eran hombres que mantenían relaciones sexuales con otros hombres (homo-sexuales).
En los siguientes dos años ocurrieron dos situaciones que cambiaron la percepción de la enfermedad. Se documentaron los primeros casos en pacientes que recibieron transfusiones de productos sanguíneos, lo que la hizo entonces un peligro para los hemofílicos. Pero más grave aún fue el descubrimiento de la transmisión de la enfermedad por vía sexual entre parejas heterosexuales, siendo la mujer más susceptible de adquirir la infección que el propio hombre.
En pleno 2020 existe discriminación de quienes viven con VIH; los programas de salud no logran mantener una cobertura global para más de 40 millones de personas infectadas en el mundo. Sólo el 25% se encuentra en tratamientos adecuados, el costo de los medicamentos es alto y el mundo sigue dando la espalda, mostrando su lado oscuro a estos enfermos.
Puntos finales
La peste es una enfermedad transmisible con gran trascendencia en el pasado pero con vigencia en la actualidad cuya epidemiología es compleja y aún en parte desconocida, y en la que intervienen distintos reservorios, huéspedes y distintos vectores que varían según el área geográfica.
Desde mitad del siglo XX las grandes epidemias han desaparecido gracias a la mejora en las condiciones higiénico-sanitarias, a la mejora en el conocimiento de la enfermedad tanto de la clínica como de la epidemiología, como a la aparición y uso de los antibióticos.
En conclusión, aunque la peste es considerada una enfermedad del pasado, la aparición más o menos continuada de brotes en distintas partes del mundo evidencian que es una enfermedad re-emergente. A pesar del número relativamente bajo de casos, su rápida extensión y curso clínico junto con su elevada mortalidad, la difícil eliminación de los focos zoonóticos naturales y la potencial aparición de casos en lugares inesperados sitúan a la peste como una potencial amenaza para la salud pública global.
“La felicidad radica, ante todo, en la salud”
George William Curtís (1824-1892), escritor y orador estadounidense.
Con información e imágenes de:
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-10182003020200003
https://www.upa.edu.mx/descargas/upa_centro_informacion/aportaciones/Sesion92.pdf
https://mujeresconciencia.com/2018/10/30/mary-wortley-montagu-y-la-inoculacion-de-viruela/
https://www.cdc.gov/tb/esp/topic/basics/default.htm
https://www.medigraphic.com/pdfs/abc/bc-2018/bc182p.pdf
https://www.binasss.sa.cr/revistas/apc/v7supl/v7%20suplemento%201997.pdf
https://www.amse.es/informacion-epidemiologica/135-peste-epidemiologia-y-situacion-m