LA TELEVISIÓN Y EL INTERNET EN EL HOGAR
Cuando se necesita un sillón, va uno en su busca y lo adquiere; pero no nos quedamos pasivos, sentados en el duro suelo, lamentándonos de no tenerlo. Así, también no debemos cruzarnos de brazos mientras la familia (como institución): mi familia, la de usted. y la de otros, es asediada por innumerables enemigos en casi todos los frentes.
Por ejemplo, los hechos saltan a la vista: el mal uso de la televisión y del internet. No es mi intención poner a la televisión y al internet en el banquillo de los acusados ni etiquetarlos como ladrones de tiempo. Hemos de reconocer que puede ser un arma de dos filos: brindar excelentes servicios en honor de la justicia y la verdad -y ayudar a la unidad familiar-, o por el contrario, destruir la convivencia en el hogar.
La pregunta es: ¿Cómo estamos usando la televisión y el internet?
Estos medios de comunicación, pueden presentarse como la alternativa más cómoda para mantener a los hijos “ocupados” y podernos dedicar a nuestros asuntos y descansar. No caemos en la cuenta que con esta actitud estamos descargando en la “cajita tonta” nuestra responsabilidad en la educación de los hijos.
La televisión y el internet son instrumentos cuyo fin puede ayudarnos a educar, y ayudarnos a desarrollar positivamente nuestra personalidad. O por el contrario pueden utilizarse como medio para avivar la mala curiosidad y despertar lo negativo.
La información que recibimos amplía nuestra experiencia personal y nos capacita para elegir con mayor libertad. Pero no siempre sucede así, veamos la otra cara de la moneda.
Cando un niño pasa más tiempo frente a la televisión o el internet, que, en cosas propias de ellos, les va mal. Esto significa que han estado viendo –quizá durante años- programas y anuncios de todo tipo.
Hubiera sido más útil que en esos años, emplearan su vida en actividades como juegos recreativos y educativos, en aprender otros idiomas o a tocar algún instrumento musical, leer cuentos y novelas adecuados a su situación, en convivir con la familia y con los amigos, en mejorar sus hábitos de estudio, etc. Si esto antes era válido cuando no existía el internet, lo sigue siendo más ahora.
Pero lo que he expresado es solamente la teoría. Analicemos la situación. Tome papel y lápiz, y saque cuentas de esa situación concreta: ¿cuántas horas al día dedican sus niños a ver la tele y a usar el internet?
Una vez que haya respondido, pregúntese: ¿qué programas ven? ¿Representan una ayuda para ellos o más bien resultan desorientadores y negativos?
Pregúntese finalmente si suprimiendo al menos los programas negativos, mejoraría el rendimiento escolar de los niños, la vida de familia, la oportunidad de que usted incida más en su labor educativa con ellos. Respóndase con sinceridad. Luego tome la decisión que más prometa de acuerdo con su cónyuge, e informe a los pequeños.
Para sostener esta decisión, hace falta llenar los huecos de horas que dejó el televisor o el internet, con actividades que conviene tener previstas. Esto puede ser algo tan sencillo como exigir antes la tarea escolar, que se cumplan los encargos de la casa. Por ejemplo, motivar a los niños a que cultiven la buena música, y/o que aprendan a tocar guitarra o algo que fomente la intimidad familiar, etc.
El cuándo, el cómo y el qué, dependen de cada familia y de sus posibilidades.
¿Cómo podemos usar mejor el televisor o el internet?: Antes que nada, prediquemos con el ejemplo. Si los hijos tienden a imitar a los padres, resulta fácil que se animen a la buena lectura, a la música que forme, a practicar los deportes, etc., si ven que sus padres lo hacen. El uso del televisor y del internet se utilizará con medida.
Encender el televisor o internet sólo cuando verdaderamente valga la pena.
Veamos juntos algunos programas cada semana, especialmente con los niños. Al terminar el programa hablemos con ellos; sus respuestas nos ayudarán a conocer el influjo que les ha producido en sus mentes y actitudes. Es el momento de hacerles ver que se trata de fantasías o de resolverles dudas que se les presenten.
Si después de leer este artículo, se plantea racionalizar el uso de la televisión y del internet en su hogar, habrá recorrido un buen trecho para eliminar lo que daña a sus hijos, y también a uno. Es preciso sostener esta actitud todo el tiempo que sea necesario:
Los buenos frutos en sus hijos y en la vida de familia pronto irrumpirán, otorgando un tono de eficaz labor formativa y equilibrio, necesarios para poder edificar un hogar feliz.