Anunciación.- Francisco estableció celebrar una Jornada de los Pobres. ¿Por qué el Papa pone su atención en los necesitados? ¿Qué clase de revolución social pretende?

1. El origen de esta iniciativa. El año pasado, mientras pronunciaba la homilía de clausura del Año de la Misericordia (13 nov. 2016), Francisco tuvo una idea que no estaba prevista en el texto preparado. (PCPNE, 13 jun. 2017)
El Pontífice estaba hablando de “no apartar los ojos de Dios que nos mira y del prójimo que nos cuestiona… especialmente al hermano olvidado y excluido”, cuando añadió de modo espontáneo: “a la luz de estas reflexiones, quisiera que hoy fuera la ‘Jornada de los pobres’.”
Y este deseo se convirtió en realidad, pues Francisco instituyó que se celebre en toda la Iglesia, en el penúltimo domingo del tiempo litúrgico ordinario (cuya fecha es variable), la Jornada de los Pobres, que se llevará a cabo por primera vez este domingo 19 de noviembre.

2. Hechos y no palabras. En su Mensaje para esta Primera Jornada de los Pobres, Francisco sale al paso del contraste entre las “palabras vacías” que hablan de ayuda a los necesitados y la realidad de los “hechos concretos” con los que se auxilia a los desvalidos.
El Pontífice instituyó esta Jornada con el objetivo de ayudar “a las comunidades y a cada bautizado a reflexionar cómo la pobreza está en el corazón del Evangelio y sobre el hecho que, mientras Lázaro esté echado a la puerta de nuestra casa (cf. Lc 16,19-21), no podrá haber justicia ni paz social”. (Carta “Misericordia et Misera”, 20 nov. 2106)

3. Una idea revolucionaria. La pobreza ha sido un problema social, que durante siglos la Iglesia buscó paliar con obras de beneficencia; pero desde el siglo XIX, cuando el problema tomó una dimensión global, la respuesta de la Iglesia ha tomado diversos cauces, que van desde las actividades de asistencia de la Madre Teresa de Calcuta, hasta acciones subversivas de algunas Teologías de la Liberación.
El Papa Francisco con esta Jornada busca expresamente romper la dialéctica dañina de “pobres contra ricos”, y para eso sugiere iniciativas que ayuden tanto a remediar la situación de los pobres, como a enriquecer espiritualmente a los pudientes mediante su solidaridad hacia los necesitados.

4. Pobreza y evangelización. Francisco explica que ayudar a los pobres es vivir el corazón del Evangelio. Por eso, sugiere que una manera clave de difundir la fe, en la cultura de hoy, consiste en ayudar a las personas a encontrar a Cristo en el próximo que está más necesitado.
El Papa propone las actividades de voluntariado como un verdadero “encuentro” con los pobres, pero pide que el “compartir” nuestros bienes con ellos no sean un gesto aislado, sino un “estilo de vida”.
Y explica que esta forma de vida produce alegría y serenidad espiritual, porque “se toca con la mano la carne de Cristo”. Y añade que, si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que “toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres”.

Epílogo. Ésta es la verdadera revolución de Francisco: integrar en una sola iniciativa dos de las grandes preocupaciones de los últimos pontífices: aliviar la pobreza y recristianizar la sociedad. Lo revolucionario de la Jornada de los Pobres radica en hacer de una causa social el cauce para reevangelizar a la sociedad occidental.
No se trata de retórica social, sino de coherencia con el Evangelio, que nos dice que a Cristo lo encontramos no sólo en los medios espirituales (Escritura, Sacramentos), sino también en el prójimo: cuando le diste de comer a un hambriento, “a mí me lo hiciste” (Mateo 25,45).
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