La inseguridad alimentaria es una de las crisis más persistentes en México

12 diciembre, 2024

Cada 10 de diciembre conmemoramos el Día Internacional de los Derechos Humanos, recordando la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948. Este documento histórico reconoce la dignidad y los derechos inherentes a cada persona, sin distinción alguna.

Uno de esos derechos, en específico, es el derecho a la alimentación adecuada. El día de hoy, la conexión entre los derechos humanos y la seguridad alimentaria en México es tan relevante como urgente.

La inseguridad alimentaria es una de las crisis más persistentes en México. Pese a que nuestro país cuenta con una rica diversidad agrícola, una gran parte de la población sufre de hambre o malnutrición.

De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), en 2022, alrededor del 22.5% de la población mexicana enfrentaba algún grado de inseguridad alimentaria. De estos, cerca de 10 millones se encontraban en una situación severa, lo que significa que no tenían suficiente para comer de manera cotidiana.

Las raíces del hambre y la inseguridad alimentaria son profundas y complejas, y abarcan desafíos estructurales como la desigualdad y la falta de acceso a recursos y servicios básicos.

Una violación de derechos humanos

Cuando hablamos de seguridad alimentaria no nos referimos sólo a justicia social; sino de derechos internacionalmente reconocidos en tratados como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, del que México es signatario. Documentos como este, exigen que los Estados garanticen que todas las personas tengan acceso a alimentos adecuados, tanto en calidad como en cantidad.

Es así que cuando alguien experimenta hambre, desnutrición o malnutrición, está siendo privada de uno de sus derechos más elementales. La alimentación es el aspecto más visceral de nuestra cotidianeidad y vulnerar este derecho tiene consecuencias profundas: perpetúa la pobreza, la exclusión y las desigualdades sociales. Además, el hambre atraviesa otras condiciones como la identidad de género, las discapacidades y la racialización de poblaciones enteras; todo esto termina socavando otros derechos.

La relación entre los derechos humanos y la seguridad alimentaria es innegable. La alimentación adecuada es una condición previa para el ejercicio de otros derechos, como el derecho a la salud, a la educación y a un nivel de vida digno. Sin acceso a una nutrición adecuada, las personas no pueden aprovechar plenamente las oportunidades de desarrollo personal, económico y social.

Más que alimentar

En medio de esta crisis, los bancos de alimentos se han convertido en actores fundamentales en la lucha contra el hambre y la inseguridad alimentaria. Estas organizaciones recolectan y distribuyen alimentos que de otro modo serían desperdiciados, redirigiéndolos a quienes más los necesitan.

En Alimento para Todos se rescata 17,412 sólo durante el año pasado, y llegó a más de 161,000 personas, sin embargo, no sólo se redistribuye comida; se trabaja todos los días para acercarse a las comunidades y empoderarlas con el fin de romper el ciclo de pobreza alimentaria.

Mediante programas de nutrición, formación y apoyo integral, no sólo se aborda el hambre de forma inmediata, trabajamos por fomentar soluciones sostenibles a largo plazo.

El Día Internacional de los Derechos Humanos es un recordatorio de que el hambre y la desnutrición son cuestiones de derechos humanos. Mientras millones de mexicanos luchan por acceder a alimentos suficientes y nutritivos, es responsabilidad de todos actuar de manera conjunta para garantizar que el derecho a la alimentación sea una realidad.