Anunciación.- A pesar de que cursan los últimos años de primaria, cada vez es mayor el número de infantes que no sabe leer ni efectuar las operaciones básicas.

María Guadalupe Urbano González, directora del Centro Cívico La Postal, afirma que “estamos viendo que cursan tercero, cuarto o hasta sexto grado y no saben leer ni hacer restas o divisiones”.

Desde hace año y medio, ella y un grupo de voluntarios atienden a un promedio de 18 niños de primaria durante tres días a la semana para regularizarlos, con el fin de que mejoren su aprovechamiento y su autoestima.

Cuando los niños llegan aquí dicen que no pueden, por todo lo que han sufrido en su escuela, y se les motiva para que logren aprender. La mayoría no tiene problemas de aprendizaje, sino que requieren que les pongan atención.

“El propósito es que progresen en la escuela y no se queden rezagados para que cuando lleguen a la secundaria sientan que pueden seguir estudiando”, explica.

Desde hace diez años, Rebeca Bernal de Godoy, pastora de una iglesia Evangélica, inició estas actividades con la Fundación Pa´Tony y Ma´ Queta Pasos Preventivos para regularizar a los niños con bajas calificaciones y evitar que abandonaran la escuela “para seguir malos pasos”.

Actualmente, esta fundación cuenta con tres sitios dedicados a este fin: el Centro Cívico La Postal, ubicado en Copérnico 98 de la colonia Postal; Centro Cívico Cañón El Pípila, localizado en la colonia Hidalgo y Centro Cívico El Refugio, en la colonia del mismo nombre.

Un promedio de cien niños resulta beneficiado cada año en estos centros, donde aprenden a leer, escribir y a realizar las operaciones básicas, además de que reciben un desayuno, sin ningún costo, para que después asistan a su escuela.

Gracias a los donativos que reciben de iglesias o de personas de Estados Unidos, la fundación puede realizar esta labor y apenas hace menos de dos años obtuvo su registro para poder obtener  recursos del gobierno. Las mamás de los niños que asisten, apoyan en la cocina o en la limpieza.

Los sitios de los centros cívicos de la Postal y de El Refugio son prestados por los propios directores, como en el caso de María Guadalupe Urbano, quien ocupa la parte de atrás de vivienda para atender a los niños; mientras que el centro El Pípila tiene una casa propia.

Lupita, como la llaman los niños, exhorta a las personas a que participen en este centro como voluntarios o les donen alimentos o artículos de trabajo, como una computadora o una laptop, para ayudar a los pequeños en sus tareas.

Requieren de voluntarios que acudan tres veces por semana de 10:30 a 12:00 del día o en la tarde para abrir el turno vespertino, que tuvieron que cerrar por falta de personas que les ayudaran en las tareas de regularización; así como apoyo en alimentos y para el pago de la luz.

“Cada vez nos mandan más niños”, añade la directora,  “pero  no podemos aceptarlos porque no hay suficientes voluntarios ni recursos y el espacio es pequeño”,afirma la directora. (Eva Solís)

“Ver cómo los niños con una cara de felicidad pueden terminar su división o las restas o  memorizar bien las tablas; que subió de calificación y que los maestros los felicitan, es para mí la mejor recompensa. Esto les cambia la vida porque se sienten más seguros y quieren enseñar a los demás, ya quieren ser maestros. Los niños que ya aprendieron ayudan a los más pequeños. Yo estoy sorprendida al ver cómo han avanzado aquí y les digo vamos a agradecerle a Dios que los está ayudando. ¿Cómo es posible que con tanto años en la escuela no hayan logrado aprender? Los profesores tienen grupos muy grandes y los padres de familia  a veces quieren ayudar a sus hijos, pero no saben cómo”.

María Guadalupe Urbano González
Directora
Centro Cívico La Postal

Gracias a la Colaboración de “Red Social de Tijuana”

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