Anunciación.-Cuenta la historia cristiana que José temía que María fuese apedreada por haber quedado embarazada antes de la boda. Para evitar esto, él decidió repudiarla en secreto, pero Dios le mandó un sueño. José creyó, y se unió a María para darle todo su Amor, tal cual lo quiso Dios: amar a María a través de José y protegerla así, como mujer y Madre. José ya amaba a María, pero gracias a su diálogo interior y a su fe en Dios, el amor se nutrió de valentía, audacia, creatividad y arrojo.
En la historia de Amor entre José y María se escucha la elocuencia de Dios sobre su predilección al matrimonio. Lo dijo desde el principio: “No es bueno que el hombre esté solo”. Todo estaba bien y lo único que no era bueno, era que el hombre estuviese solo.
En la unión amorosa de José con María, queda claro que ni la Madre de Dios podía sola con su Hijo; o aunque pudiera forzadamente, eso no era bueno. Dicho en forma de pregunta, para quienes se escandalizan ante la debilidad de la naturaleza humana, donde el signo más propio de nuestra condición es la dependencia y necesidad mutua: ¿No se escucha en esta historia lo importante que es para Dios que la mujer madre tenga un compañero en el Camino, como mujer y madre?
Siguiendo la tradición cristiana, el 17 de diciembre comenzarán las posadas. José está cuidando a su mujer, juntos van a cumplir responsabilidades civiles, se registrarán en el censo como marido y mujer; qué alivio para María contar con el abrazo justo y tierno de José. Están juntos. Los dos han dicho sí a Dios. María necesita a José y lo admite. José está gozoso al ver en Dios un aliado de su Amor hacia María, y se ha alistado para recibir de Él la Fuente del Amor que ha de darle a su mujer, en el espacio tiempo de la vida terrena; juntos vencerán dificultades y se fortalecerán en la fe.
Nadie duda que ambos, José y María, sean hechura de Dios; como todos nosotros, como todo en la creación. Y sin embargo, es mucho mejor que estén juntos en el peregrinaje, en el parto, en la crianza, en la educación que habrán de ofrecer al Niño Jesús que, por cierto, aun siendo Dios, como verdadero hombre, jamás negó su necesidad de tener papá y mamá. Por eso, se me hace muy raro que para algunos sea raro decir con todas sus letras que María no podía sola con Dios. Nadie puede solo; nuestra condición humana es dependiente absoluta del Amor y la maternidad es dependiente absoluta de un hombre con corazón de esposo y padre.
Mensaje de Navidad inspirado en una sociedad ávida de reconciliación entre hombre y mujer, a partir del reconocimiento intrínseco de necesidad mutua.

Feliz Navidad 2012
Y un Año Nuevo, lleno de Amor

Tere García Ruiz
Directora general
Fundación para la Promoción del Altruismo IAP