HOMBRE DE FAMILIA

11 noviembre, 2020
María Teresa Magallanes 

¿Quién es un “hombre de familia”? El hombre, la persona humana sexualmente modalizado como hombre, es alguien muy diferente a lo que solemos llamar macho, porque su virilidad es la causa de todas sus características de su personalidad, que en esencia no difieren de las de la mujer, sino que tienen un modo distinto, masculino, de mostrarse. El hombre de familia es aquel que asume plenamente su responsabilidad de hombre, se hace responsable de sus actos sin que nadie se lo tenga que exigir. 

¡Feliz la familia que tiene a la cabeza a una mujer y a un hombre de familia! Este hombre, jamás reclamará a su esposa por haberse embarazado, puesto que sabe que él es el otro protagonista de ese hecho, porque entiende que el hijo es de los dos. Él, se alegrará de que la unión amorosa de ambos se vea reflejada en una persona nueva, única y distinta de ellos; que es como si su amor se hubiera convertido en otro ser humano que, a futuro, será un continuador de la vida humana en este mundo. Y, eso no quiere decir que no sea consciente de la enorme responsabilidad que conlleva el engendrar cada uno de sus hijos, sino que precisamente por ellos, se empeña en ser cada día una mejor persona para poder amarlos y educarlos como ellos merecen.

El hombre de familia, no deja toda la carga de la atención y educación de sus hijos a su mujer, sino que, además de trabajar más y mejor para obtener los medios necesarios para su familia, apoya con su presencia en la vida familiar y no se siente el jefe de todos, sino que se empeña en prestar a ella y a sus hijos todos los cuidados, la atención y apoyo que le sea posible, porque el hombre de familia se reconoce finalmente limitado.

Este hombre, es ante todo un esposo amante, con ese calificativo que es más propio de la relación de los esposos que de otras relaciones que no implican un compromiso de fidelidad y permanencia; él mira sobre todo por el bienestar y el bien ser de su esposa, conoce sus necesidades de afecto expresamente demostrado y cuida los detalles para que ella nunca tenga que preguntarle “¿me quieres?” Procura un diálogo muy frecuente con ella para hablar de “lo nuestro” de eso que es lo más importante en la vida familiar, porque de ese “nuestro” han venido a la vida los hijos. 

De hecho, para que una familia sea funcional y feliz, lo más importante es que el núcleo de ella, la unión y el amor de los esposos, no sólo se mantenga vigente, sino que crezca y madure con el tiempo. Esa unión es el núcleo de la familia, por lo que desde que deciden compartir la vida y se embarcan en el proyecto común de fundar una familia, ya son ellos una familia nucleas. Luego si llegan, o cuando lleguen los hijos, se convertirán en una familia celular, de la que su unión amorosa sigue siendo el núcleo. Cada familia celular, es a su vez un elemento constitutivo de la sociedad de la que forma parte.

El hombre de familia sabe que trabajar mucho y bien, ganar el dinero necesario para cubrir las necesidades básicas de su familia, no es suficiente. Este hombre procura descansar estando con sus hijos. No es ese que, cuando llega al hogar, los hijos tengan que retirarse para que él descanse. 

La convivencia estrecha con sus hijos es la ocasión de conocerlos mejor a cada uno y de detectar todas sus capacidades y limitaciones, de encontrar cuáles son sus necesidades educativas para decidir, en diálogo con su esposa, los objetivos concretos para la educación de cada uno, así como los medios apropiados para que sus hijos logren esos objetivos porque, además, ambos saben que cada hijo es diferente.

Este padre sabe jugar con sus hijos, y descubrir todas las oportunidades educativas que tiene el juego. Se da cuenta de que tiene en cada hijo una obra de arte que el mismo hijo ha de construir, pero que ellos, papá y mamá, tienen el deber de apoyar ese desarrollo del que cada hijo es el principal protagonista. 

Por eso, no tratarán de cambiar a los hijos a como ellos les gustaría que fueran, sino que los aceptan incondicionalmente, respetan totalmente su personalidad y les ayudan a vislumbrar todo lo que pueden llegar a ser, dándoles el apoyo y los medios necesarios para que lo logren, mientras ellos se quedan siempre en un segundo plano.

Son pocos los hombres de familia, pero todos hemos conocido a uno de ellos. Por fortuna, en nuestro tiempo, esta no es una especie en peligro de extinción, sino que tiende a aumentar su número en la misma medida en que los hombres se van involucrando más en todo lo concerniente al embarazo, el parto y la atención del recién nacido. 

El hombre se siente papá desde el mismo momento de conocer el resultado de la prueba de embarazo. Suele acompañar a su esposa a todas las visitas al médico y buscar información sobre el proceso de gestación de su hijo, así como de los cambios que va teniendo su esposa. Sabe que ella está ahora más sensible, y procura tenerle especiales cuidados y detalles de cariño.

Este papá, no se hace a un lado cuando hay que abrazar a su hijo, arrullarlo si está inquieto y hasta cambiarle los pañales cuando hace falta. Sabe que la madre está convaleciente y en este momento el fuerte es él. En realidad, además de engendrar a los hijos, un padre puede hacer por un ellos todo lo que puede hacer la madre, menos gestarlo, parirlo y amamantarlo, que son competencias exclusivas de la madre.

El hombre de familia, es también ese esposo que pone especial empeño en ayudar en las tareas del hogar, especialmente si su esposa trabaja también fuera de casa para apoyar el ingreso familiar. 

Sabe bien que la casa es de todos y que el orden y la limpieza son los primeros elementos de la belleza de un hogar acogedor, ese hogar al que dan ganas de llegar después de un arduo día de trabajo, para descansar y reponer las fuerzas, pero sobre todo para encontrarse con los que ama y son los motivos de su esfuerzo. 

Por eso, aunque tiene periódicamente reuniones con sus amigos, cotidianamente procura regresar a su hogar sin demora.

Como jefe de familia, procura tener reuniones frecuentes con la jefa, para propiciar una comunicación de intimidad para hablar de ellos mismos, de lo mucho que se quieren y de lo que requieren sus hijos de parte de ellos para su completo desarrollo y perfeccionamiento.

El hombre de familia es también un hombre de fe, que cuenta con la ayuda espiritual ante lo que él le parece difícil y hasta imposible. Sabe que de su conducta y sus actitudes dependen cosas grandes que ha de alcanzar con su compañera de vida, pero que cuenta también lo la ayuda del que es más poderoso que ellos y que siempre está pendiente de sus necesidades.

Dichosa la familia que tiene como jefe un hombre así.