Anunciación.- El Papa insiste en que vivimos una guerra mundial por fragmentos repartidos por el planeta. Como un nuevo profeta, Francisco advierte que la guerra nos destruye a todos, también a nosotros.

1. Día de difuntos con el Papa.  Este año, el Santo Padre tuvo dos eventos con motivo de la Conmemoración de todos los fieles difuntos (2. nov.). Primero, celebró la Santa Misa en sufragio por los caídos de todas las guerras, en el Cementerio Americano de Neptuno, cerca de Roma. Y después tuvo un Momento de oración en el Mausoleo de las Fosas Ardeatinas (Roma) por las víctimas de la masacre ordenada por Hitler el 24 de marzo de 1944.
Francisco explicó el significado de estos gestos: “Las guerras no producen nada más que cementerios y muerte: es por ello que he querido dar este signo en un momento en el que nuestra humanidad parece que no ha aprendido la lección o no la quiere aprender”. (News.va, 1 nov. 2017)

2. La guerra no soluciona nada. Francisco visitó el Cementerio Americano Sicilia-Roma que custodia los restos de 7,861 soldados y enfermeras norteamericanos, caídos durante la II Guerra Mundial. Se trata de jóvenes que perdieron la vida entre 1943 y 1944 durante la liberación de Sicilia y la batalla de Anzio, con la que Roma fue liberada.
En la homilía, el Papa recordó que, a lo largo de la Historia, muchos han pensado que la guerra habría resuelto sus problemas; pero que, sin embargo, la guerra sólo trajo un infierno de pérdidas y dolor. E insistió que actualmente hay una guerra a trozos en el mundo, que se está extendiendo cada vez más.
El Pontífice explicó también que “los hombres hacen de todo para declarar y hacer la guerra. Y al final, se destruyen a sí mismos. Esto es guerra: la destrucción de nosotros mismos”. Y añadió en tono de denuncia que hoy “el mundo de nuevo está en guerra y se prepara para estar en guerra con más fuerza” y advirtió que “con la guerra, todo se pierde”. (Rome reports, 2 nov. 2017)

3. Las guerras sólo dan frutos de odio y muerte. Por la tarde del Día de difuntos, Francisco visitó las Fosas Ardeatinas, pues en este lugar a las afueras de Roma, en 1944, el ejército nazi ejecutó a 335 personas. Fue una represalia ordenada por el propio Hitler como respuesta al ataque de los partisanos contra 31 soldados nazis. Hitler ordenó que se asesinara al menos a 10 civiles italianos por cada soldado del Reich.
El Papa estuvo en el sitio donde en grupos de cinco, los nazis iban asesinando a sus víctimas de un tiro en la nuca. Ahí fueron asesinados 68 militares y 255 civiles; de ellos, 73 eran judíos. Allí el Pontífice depositó una rosa blanca en algunas de las sepulturas y caminó en silencio.
Al terminar, Francisco firmó en el libro de honor del mausoleo, en el que dejó un mensaje importante para la paz del mundo, pues señala que “estos son los frutos de la guerra: odio, muerte y venganza”, y concluye con una petición: “Perdónanos, Señor”. (Rome reports, 2 nov. 2017)

Epílogo. Francisco ha escogido un lugar icónico de la II Guerra Mundial para lanzar un mensaje válido para nuestra época. Aunque los puntos de combate estén localizados en unos pocos países, en realidad, afectan a todo el mundo, y por eso constituyen una “guerra mundial a pedazos”. Nos hemos acostumbrado a vivir rodeados de conflictos bélicos, pero estos siguen siendo la causa de destrucción, tristeza e injusticia. ¡No más guerras!
Pero no podemos hablar de la guerra como si fuera un mero dato histórico. Por eso, ante todo, ofrecemos una oración sincera por todas las víctimas de las guerras, de ayer y de hoy, junto con una plegaria por el consuelo de sus deudos.
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