Formar

FORMAR PARA LA PAZ

5 febrero, 2020

Por: Diana Servín Domínguez

Los términos FORMAR y EDUCAR son acciones vitales para concientizar dentro del papel tan importante como es el de ser papás.

Ambas acciones deben ser llevadas a cabo protagónica y principalmente en el hogar. EDUCAR abarca reglas de cortesía y urbanidad: “saluda a tus abuelos”, “no subas los codos a la mesa”, “da las gracias”… etc. FORMAR va mucho más allá: nos adentramos como padres en la educación del alma, de la conciencia, del corazón de nuestros hijos. Es educar en la libertad, en la autonomía, en la vida de piedad, en los buenos hábitos para que estos se conviertan en virtudes.

La palabra FORMAR viene del latín “formare”, que significa “dar forma”. Así que… en la familia, ¿cómo vamos a “dar forma” a los integrantes de la familia?… Empezando por nosotros mismos, como individuos y con nuestro cónyuge.

Prepárate siempre: lee un libro, sigue estudiando, desarrolla un pasatiempo, haz deporte, trabaja con gusto, comparte tu vida generosamente con los tuyos, ten actitud positiva, sirve a los demás en tu familia y luego en la sociedad, ora, agradece por cada día… y a todo esto dale un sentido sobrenatural: integra a Dios en cada actividad de tu vida, en cada respiro, en cada minuto. Todo esto es parte de tu propia formación… pero… ¿eres tú nada más en tu vida?… Definitivamente No. Tu cónyuge es parte de ti y tú eres parte de tu cónyuge, por lo que dicha formación tiene que ser extensiva a tu cónyuge, hazle partícipe de tu vida, siendo partícipe en su vida, en la búsqueda de su felicidad y su plenitud. Forma con tu cónyuge una historia construida con un compromiso positivo… “El matrimonio es una co-biografía que se construye desde la libertad y responsabilidad de los esposos” (1)…

Para poder transmitir compromiso, libertad responsable y la lucha diaria en la búsqueda de virtudes a los hijos, hemos de poner el ejemplo en este compromiso y lucha, haciendo conciencia de que lo anterior lo debemos de llevar a cabo con el Ser más importante que nos ha unido, de manera que en cada caída se tomen de la mano, junto con las de Dios, para poderse levantar con nuevas esperanzas de trascendencia en cada situación por la que puedan pasar. Si transmitimos eso a los hijos, dentro de ese amor y cariño que debe haber entre los esposos y de ahí a los hijos, llegará a ser un ejemplo vibrante que con el tiempo crecerán con esa formación e imagen de dicho ejemplo. No consientas jamás las ofensas, palabras altisonantes (ni en broma), faltas de respeto, y, ¿te digo un secreto?… no bromees utilizando la palabra “divorcio”, ya que ésta no es una palabra que pueda tener cabida en el seno de tu hogar.

Una manera sencilla de aterrizar buenos propósitos en el día a día es la manera en que se dirigen entre sí los esposos, desde el tono, las miradas, los saludos, las despedidas, las atenciones, los gestos, las actitudes…

“Al pensar en los hogares cristianos, me gusta imaginarlos luminosos y alegres, como fue el de la Sagrada Familia”… San Josemaría Escrivá de Balaguer

 

  • Javier Escrivá-Ivars .“Matrimonio y Mediación Familiar”. Instituto de Ciencias para la Familia. Universidad de Navarra. P. 23