¡Feliz Navidad!
La Navidad es la fiesta más importante de la humanidad en ella conmemoramos el acontecimiento más sorprendente de la historia, el Nacimiento del hijo de Dios. Más de dos mil y ochocientos millones de hombres sobre el planeta, casi cuatro de cada diez, creen en Cristo, cuyo nacimiento se celebra en Navidad.
Navidad es la época mágica y mítica del año porque un Dios, el Dios de los Dioses, se hace hombre, no al modo de una serie mágica de Netflix o Hollywood, sino de modo real y permanente.
La primera magia Navidad, es sin duda, como decía Martín Descalzo, la Alegría. Alegría para los niños que acaban de nacer y para los ancianos que en estos días se preguntan si llegarán a las navidades del año que viene. Alegría para los que tienen esperanza y para los que la han perdido.
Alegría para los abandonados por todos. Alegría para las madres de familia que en estos días estarán más cansadas de lo habitual y para esos hombres que a lo mejor en estos días se olvidan un poquito de ganar dinero y descubren que hay cosas mejores en el mundo. Sobre todo, Alegría, porque Dios se ha vuelto loco y ha plantado su tienda en medio de nosotros.
Además de la Alegría otras magias se dan en Navidad; la de escuchar cascabeles que no todos escuchan, la de reunir a quienes normalmente no se reúnen, la de perdonar, la magia de dar, la magia de sonreír y la magia del costal de Santa en el que caben todos los regalos de todos los niños de todos los pueblos del planeta.
Pero lo más mágico de la navidad es el corazón de cada hombre en el que pueden caber todos y en el que se puede resolver todo; desde el perdón hasta la paciencia, desde la fe en que Dios ayudará siempre hasta el esfuerzo en el cumplimiento del deber de cada día.
Es el Papa Francisco quien hace días decía de la Navidad “Jesús en Navidad nos trae una energía espiritual, una energía que nos ayuda a no hundirnos en nuestras fatigas, en nuestras desesperaciones, en nuestras tristezas, porque es una energía que caldea y transforma el corazón. El nacimiento de Jesús, en efecto, nos trae la buena noticia de que somos amados inmensamente y singularmente por Dios”
Finalmente, cómo olvidar -no faltaba más! – la carta de Navidad, en la que todos, especialmente los niños piden al cielo -a Santa o los Reyes Magos- aquello que más desean y no les es fácil tener en días ordinarios. Nos unimos a las Millones de cartas que este año que suplican que se vaya lo que tanto daño nos ha hecho: el coronavirus dirá unos.