Esperar, esperanza

8 enero, 2025

Esperar está totalmente integrado a la vida. Desde nuestras primeras manifestaciones como recién nacidos esperamos abrigo, comida, limpieza, compañía. Poco a poco aprendemos a desear y pedimos un juguete, también deseamos jugar como los demás o ir a la escuela. Y esperamos para lograr todo eso.

Nos damos cuenta que esperar es un estado de ánimo natural y aparece cuando deseamos algo. Si aquello es fácil de alcanzar la persona desarrolla la confianza y el optimismo, más adelante puede tener expectativas y llegar a ser emprendedora.

Si una persona sufre mucho porque no tiene oportunidad de satisfacer sus deseos puede volverse desconfiada y pesimista. Entonces en la adultez se frenará y su desarrollo puede ser muy pobre. De allí la importancia del modo como los adultos tratan a los pequeños, para evitar este tipo de desajustes.

Cuando el desarrollo es equilibrado, en la adultez seguimos esperando un buen trabajo, buenas amistades, formar una familia, superar una enfermedad. Hace unos días estuvimos a la espera de recibir un nuevo año donde podamos alcanzar muchos de nuestros propósitos.

Todas esas manifestaciones las podemos vivir de mejor o peor manera. Y para hacerlo de mejor manera tenemos la oportunidad de practicar la virtud de la esperanza. Además, como muchas veces lo que esperamos es complicado de alcanzar, pedimos ayuda. También es una medida de prudencia pedir a quien realmente nos puede ayudar.

Por lo tanto, la virtud de la esperanza consiste en saber equilibrar nuestros deseos con los recursos a nuestro alcance. Esto incluye la preparación personal -conocimientos y experiencia-, los recursos materiales como el dinero o los productos y el equipo, y los recursos humanos como los socios o los compañeros de trabajo -capitalistas, ejecutivos, consultivos-.

En el cristianismo, la esperanza también es una virtud teologal por la que se espera que Dios otorgue los bienes que ha prometido. Desde luego no se ha de perder de vista que para ser acreedores de esas promesas hemos de cumplir unas condiciones.

Por lo tanto, la expectativa cristiana asegura recibir las bendiciones prometidas a los justos cuando se han puesto todos los medios para asemejarse a ellos. En las Escrituras se habla con frecuencia de la esperanza como la espera anhelosa de la vida eterna por medio de la fe en Jesucristo.

Desde luego, confiar en Dios es la mejor garantía de alcanzar lo mejor. Además, Dios está dispuesto a ayudarnos si se lo pedimos.

La Iglesia es la depositaria de las ayudas de Dios para todas las personas, y nos ofrece muchos modos de conseguirlas. Precisamente en el año 2025, recién estrenado, la Iglesia tiene previstas muchas ayudas para los cristianos. El Papa nos lo anunció desde el año pasado. No dejemos de aprovechar todos esos recursos.