En la Casita de San Ángel, obtienen una segunda oportunidad de inclusión social y laboral

15 agosto, 2022

Autor: Carlos Hernández Huerta

Fotos: Casita de San Ángel IAP.

Las personas con algún tipo de discapacidad en muchas de las ocasiones, no cuentan con las oportunidades para salir adelante y la palabra inclusión, no llega a cubrir la verdadera intención que debería tener en México. Enfocando esta problemática en PCDI la situación no pinta un mejor panorama, ya que la vulnerabilidad y falta de protección les dificulta ser incluidos en la sociedad dignamente.

Ante una situación de tal magnitud, en 1985 un grupo de personas, lideradas por Angélica Haro de Alba, fundaron una organización para rescatar el verdadero valor en estas personas y que, a través del trabajo, vuelvan a ser reconocidas e incluidas en la sociedad, y así nació La Casita de San Ángel IAP.

Constituida como IAP en 1997, la acción en la Casita inició en un pequeño espacio en San Ángel precisamente en la Ciudad de México, juntando a personas con la misma condición intelectual o neuronal y mediante actividades laborales y de inclusión social, comenzaban a capacitarlas y a otorgarles una nueva oportunidad de ser valoradas, logrando así una mejor reinserción en la sociedad.

En 2001 fueron reubicados a la colonia Narvarte, donde el inmueble contó con una tienda abierta al público, donde se ofrecían los productos hechos por los beneficiarios de la Casita.

En el presente, la Casita capacita a sus inquilinos en la creación de material didáctico. Jessica Trinidad Olivares, encargada del área de Pedagogía de la Institución, comentó que el proceso de elaboración y fabricación de juguetes didácticos hechos principalmente de foamy, influye en la parte formativa con el taller productivo donde se ocupa una línea de producción, cuyo propósito en PCDI temas como el 1, 2, 3 y la parte de tener una estructura para hacer un producto se traslade a sus actividades de la vida diaria. La memoria a corto y mediano plazo constituye un área de oportunidad para estimularlos.

El impacto en cada uno de los residentes de la Casita es evidente, porque se enorgullecen de sus habilidades para fabricar y producir estos juguetes, al grado de volverse capacitadores para jóvenes que llegan a la institución ya sea por servicio social y voluntariado.

Esto hace que crezcan, que aumenten su confianza, seguridad y autoestima. La convivencia entre pares es muy importante para los habitantes de la Casita, ya que para ellos es un lugar donde pueden pertenecer y ser incluidos en un pequeño espacio de la sociedad.

Actualmente la Casita cuenta con 34 beneficiarios de los cuáles 20 están en modo activo de forma presencial siendo jóvenes adultos los más predominantes en la organización.

Tanto la pandemia como los cambios en el mundo de los últimos años, hicieron que en la institución hicieran ajustes en su modo de distribución y venta de productos, siendo el e-commerce el principal canal para distribuir el material, vendiéndole así a tiendas como Office Depot y Porrúa. Combinado a esto, la Casita abrió su tienda virtual en Amazon donde a través de su portal, se pueden adquirir los juguetes didácticos y se pueden enviar a toda la República Mexicana.

La Casita cuenta con su modelo formado como empresa incluyente, que constituye de capacitación, donde en este taller se desarrollan las habilidades y destrezas que le permitan a la persona obtener empleos dignos y bien remunerados. En la etapa de inclusión laboral, se crea un programa que permite su incorporación y contratación en el mercado laboral formal y, por último, vida independiente, en colaboración con Fundación Inclúyeme, se les brinda a los jóvenes adultos la posibilidad de iniciar una vida independiente y autosuficiente.

Para Jessica, verdaderamente creer en las capacidades y habilidades de PCDI y a la vez, ser congruentes con la palabra inclusión y con esto, que Empresas Socialmente Responsables incluyan a todas las discapacidades en su plantilla laboral, es la forma en que la sociedad le dé una segunda oportunidad a este sector vulnerable-

Treinta y siete años de imparable labor, convierten a La Casita de San Ángel IAP en un hogar seguro para sus inquilinos, quienes se sienten protegidos al tener una segunda oportunidad de ser realmente valorados e incluidos en un lugar en la sociedad.