El valor del pesebre
Por: Ana Teresa López de Llergo
El Santo Padre nos hace el regalo de una nueva carta que tituló “Milagro admirable” en el que hace numerosas reflexiones sobre la costumbre de poner nacimientos en distintos lugares para conmemorar el incompresible suceso de la cercanía que Dios quiere establecer con los seres humanos, y por medio de nosotros, con toda la creación.
Recientemente nos recordaron un suceso del que muchos fueron testigos. Un perrito con pocos días de nacido fue abandonado. El pobrecillo en su búsqueda tropezó con un nacimiento expuesto en un lugar público y allí se acurrucó en las pajas junto a la imagen del Niño Dios. Dormido estaba y así le vieron los paseantes a quienes conmovió. Uno de ellos lo adoptó y le llevó a su hogar.
Qué lección tan grande la de cómo Dios cuida de todas sus criaturas, pero ese cuidado tiene un orden: las personas somos administradoras del bien estar de todos, hasta de los animales. Este es el mensaje de fondo del cuidado de ese perrito que asume una persona sensible.
Y más mensajes, mucho más íntimos desea Dios darnos a través de la exposición ingenua pero rica de la elaboración de los nacimientos. Por eso, el Papa nos describe en su carta una serie de beneficios que podemos encontrar al cuidar esta hermosísima tradición que algunas personas superficiales sustituyen por el árbol adornado o por un trineo con regalos.
Tampoco nos dejemos llevar por un enfoque demasiado práctico como puede ser el de pensar que es demasiado trabajo para tan poco tiempo. Y muchos otros pretextos. Perdemos mucho si no lo ponemos, lo más importante es conservar los signos cristianos de la Navidad, esto significa conservar las tradiciones que han mejorado el sentido de la vida de tantas generaciones.
El Papa en su carta recuerda que la puesta del Belén es una tradición que se debe transmitir de unas generaciones a otras, como “una manera auténtica de comunicar el Evangelio”, en un mundo que a veces parece tener miedo de recordar lo que realmente es la Navidad, y borra los signos cristianos para secundar intereses comerciales. Esta es una tarea muy importante para unir.
No solamente se representa al Niño recién nacido sino también a sus padres: a María Santísima y a San José como ejemplo de unas relaciones intrafamiliares muy hermosas y dignas de imitar. Precisamente en una época tan llena de malos entendidos y de egoísmo la Sagrada Familia debe ser una fuente de inspiración.
Nuestra respuesta ha de ser la de renovar el cultivo de esa tradición, poner el nacimiento con la colaboración de todos. Enseñara a los niños a portarse bien y a llevar algún pequeño regalo al Niño recién nacido. Por ejemplo, dejar junto a él algún juguete. Llevarle una flor a la Virgen. Y otras iniciativas que cultivan los buenos sentimientos de todos los miembros de la familia.
“Queridos amigos, les deseo de todo corazón, así como a sus conciudadanos y a todos los habitantes de sus regiones, que pasen la natividad del Señor con serenidad y fraternidad. ¡Qué la Virgen María, que acogió al Hijo de Dios en la debilidad de la naturaleza humana, nos ayude a contemplarlo en el rostro de los que sufren, y que nos sostenga en nuestro compromiso de ser solidarios con las personas más débiles y frágiles! Los bendigo de corazón y les pido por favor que recen por mí. ¡Gracias!”. Son palabras del Papa a los habitantes de Greccio que podemos hacerlas nuestras.