El planeta es vida
Autor: Ricardo Martínez Ramírez
Fotos: CEMDA AC.
El Centro Mexicano de Derecho Ambiental AC (CEMDA) es una organización que desde hace 29 años trabaja para la defensa del medio ambiente y los recursos naturales. Son una de las principales asociaciones ambientalistas en México cuyo eje fundamental es el fortalecimiento, consolidación, armonización, aplicación y cumplimiento efectivo del sistema jurídico-ambiental vigente.
CEMDA se fundó en agosto de 1993, en el contexto de la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá (TLC), a iniciativa de un grupo de abogados mexicanos interesados en el desarrollo, aplicación efectiva y mejoramiento del derecho ambiental como medio efectivo para la protección del medio ambiente y los recursos naturales de México.
En CEMDA el ámbito de su labor ha sido tanto rural como urbano y de alcance local, municipal, estatal, regional, nacional e incluso internacional.
En México, la violencia contra personas y comunidades que cuidan nuestros ríos, selvas, bosques y montañas llegó a niveles históricos: 582 agresiones fueron perpetradas en contra de ellas en 2022.
Por frenar la destrucción de los ecosistemas que nos dan vida, personas y comunidades defensoras recibieron intimidaciones, amenazas y fueron detenidas arbitrariamente. Hubo también asesinatos, así como posibles actos de tortura y desaparición forzada que pueden constituir graves violaciones a derechos humanos.
Cada agresión es un ataque al esfuerzo colectivo que asumen las comunidades de México, muchas de ellas indígenas, para frenar la deforestación, la contaminación, la sequía y el cambio climático en todo el país. Si queremos vivir en un ambiente sano y seguir conviviendo con la naturaleza, es hora de exigir más protección para nuestrxs defensorxs ambientales.
En el Centro Mexicano de Derecho Ambiental AC (CEMDA) se piensa y están comprometidos en hacer ver que las personas y comunidades defensoras de los derechos humanos ambientales son agentes democráticos indispensables para profundizar y ampliar los diálogos y conversaciones necesarios para la toma de mejores decisiones, y así poder ejercer y gozar de nuestros derechos humanos.
Las personas y comunidades defensoras son las grandes guardianas y guardianes de la Tierra; su trabajo posibilita que la naturaleza, los paisajes bioculturales y los territorios continúen siendo los espacios donde confluyen a un tiempo los sueños, las identidades culturales y los proyectos colectivos de vida.