¿CUÁNDO NOS DARÁ GUSTO DIOS?

7 julio, 2021

Los seres humanos somos muy poco agradecidos, ante toda situación siempre tenemos una idea de cómo ésta podría ser mejor. Tal vez creemos que, si nosotros fuéramos dios, lo haríamos mejor que Él. Un ejemplo muy actual es el tema de la lluvia; hace pocas semanas los noticieros en radio y televisión insistían en el grave problema de la sequía: las presas estaban casi vacías, el campo estaba totalmente seco, había riesgo de perder las cosechas y habría escasez de alimentos.

Luego, empezó a llover y, parece que tampoco estamos contentos. Las calles se convierten en verdaderos ríos, los coches se quedan atrapados en los grandes charcos y se producen más accidentes por el pavimento mojado.

Al parecer, nos gustaría que hubiera mucho sol, pero sin calor, que lloviera, pero en el campo y no en la ciudad y, además, que no haga frío cuando llueve. Hace algunos años hubo una campaña en medios de comunicación con la finalidad de promover el uso responsable del agua, el slogan decía así, “Dios da el agua, pero no la entuba” ¡Sólo eso faltaba, que Dios tuviera que hacer llegar el agua hasta la regadera o la llave del fregadero!

El tema del aprovechamiento del agua es una tarea pendiente por parte de la administración tanto a nivel federal como estatal o municipal. La humanidad ha estado en este precioso planeta por miles y miles de años; en él siempre se han sucedido las estaciones y, con algunas variantes, cada año y según los diferentes lugares de la tierra, hay un tiempo de secas y otro de lluvias. Esto es muy importante para favorecer el cultivo de las diferentes plantas para producir los alimentos para la población.

Siendo el ser humano un ser inteligente, capaz de conocer las leyes de la naturaleza y usarlas en su provecho, es el responsable de sacarle el mejor partido posible a las condiciones temporales.

En la Ciudad de México, concretamente, tenemos problemas enormes con el tema del agua. Hay alcaldías, como Iztapalapa, en las que se sufre por falta de agua por periodos prolongados a lo largo del año; y no podemos decir que es que no llueva. El problema es que todavía no sabemos, como sociedad, qué hacer con la lluvia. Uno de los problemas es que tenemos mezclado el drenaje pluvial con el drenaje de aguas negras, por lo que el agua que cae limpia del cielo, nosotros la mezclamos con los peores desechos, con lo que la contaminamos y la hacemos inservible para el consumo humano.

En nuestro país tenemos profesionales de todo tipo entre los que seguramente se pueden encontrar personas con los estudios y la experiencia necesaria para diseñar una rehabilitación del sistema de drenaje de la ciudad que lograra separar el agua de lluvia y canalizarla hacia las diferentes barrancas cercanas a la ciudad, las que parecen tener la vocación de presas, donde se puede almacenar esa agua para luego potabilizarla y regresarla al sistema de agua potable para el consumo de la población.

Por otro lado, extraemos agua del subsuelo, con lo que se produce un progresivo hundimiento dela ciudad. ¿Acaso sería tan difícil conseguir recargar el manto friático con la abundante lluvia que recibimos en verano, a lo largo de 6 ó 7 meses?

Claro que eso requeriría no sólo talento humano sino una gran cantidad de recursos económicos que tal vez no se tengan, sobre todo si los que hay se gastan en proyectos sin pies ni cabeza que no ofrecerán soluciones a los problemas que sufrimos, y que es de primera necesidad resolver.

Otro ejemplo de cómo Dios nunca les da gusto a los seres humanos, lo vemos en los matrimonios, jóvenes y no tan jóvenes. Los que no pueden tener hijos, por las razones que sean, sienten tristeza por no poder ser padres, anhelan los hijos que no llegan y hasta llegan a poner en peligro su matrimonio por la inconformidad con esta situación. En cambio, los que son fértiles y pueden con cierta facilidad engendrar muchos hijos, no los quieren tener y están constantemente viendo la forma de disfrutar de su vida sexual, pero sin el “riesgo” de que se produzca un embarazo.

Como si el valor de la vida funcionara con las leyes del mercado, que hace que lo escaso sea más valorado que lo abundante.

Hay muchos otros ejemplos menores como el tema del color de la piel; hay quienes, sobre todo mujeres, que son blancas y se tiran al sol por largas horas para ponerse morenas y otras que son morenas y les gustaría ser blancas. O, quienes tienen pelo lacio y hacen lo que sea para tenerlo chino y, por el contrario, quienes lo tienen chino y se lo planchan para tenerlo lacio.

En fin, parece que tendríamos que haberle pasado a Dios un plan de cómo tenía que haber hecho todas las cosas y, ¿saben qué?, si eso hubiera sido posible al final, les aseguro, que de todos modos no estaríamos contentos con el resultado.

Qué bueno es agradecer a Dios todo lo que ha hecho, tanto en nuestra persona como en el resto de la creación. Nadie, como Él, sabe lo que es mejor para todos y cada uno de los seres humanos. Hace falta conocerlo más para convencernos de que nadie nos conoce y nos ama tanto como Él, y que todo lo que ha provisto para nosotros es lo que más conviene a nuestra bien temporal y eterno, que el resto queda para que nosotros hagamos lo necesario para aprovecharlo, y sacarle el mejor partido para el bien propio y de la comunidad.