Por Jesús Arizmendi Valdez
Anunciación.- Óscar Lara Madrid sufrió un accidente automovilístico a la edad de 19 años, era un estudiante de universidad, en un instante el destino le deparó otro rumbo. “Yo creo que mi vida ha cambiado, pero definitivamente he tenido la oportunidad de seguir adelante. De repente te das cuenta que el caminar es secundario. La vida sigue, el mundo no deja de girar y tienes que hacer tu vida normalmente”.
Después de someterse a diferentes intervenciones quirúrgicas, tratamientos, terapias y rehabilitaciones, Oscar se dedicó a buscar alternativas para las personas con discapacidad en silla de ruedas.
La inquietud lo llevó a traspasar las fronteras de la discapacidad, junto con un grupo de amigos se propuso realizar algo fuera de lo común. Después de tantos deseos de hacer algo innovador optó por practicar deportes extremos. Ahora Oscar salta, vuela, bucea, se lanza clavados de plataforma para demostrar que la discapacidad va más allá de los mitos y los paradigmas.
La discapacidad como un estilo de vida.
Para Oscar practicar deportes extremos ha significado la búsqueda de retos, diversión, liberación de prejuicios que existen alrededor de las personas con discapacidad. “Realmente cuando tú saltas en paracaídas, te subes al esquí o vuelas en planeador sientes una liberación total. Confirmas que no hay limites y los prejuicios quedan a un lado, se borran de tu mente y de tu alma, puedes hacer lo que tú quieras”.
“La discapacidad está en lo que tú quieras tener o hacer, no es un pecado, ni un castigo, sino un estilo de vida como la persona que es alta, baja, flaca, obsesa o de color”.
Los deportes favoritos de Oscar son el paracaidismo, los clavados y el buceo, dice que se siente una emoción indescriptible. “Saltas de una altitud de 3 ó 4 mil metros; en las profundidades del mar sientes una energía diferente; pero es más emocionante caer en silla de ruedas desde una plataforma de cuatro metros”.
Las novelas si son realidad.
La historia de Santiago Velázquez Duarte parecería ser de telenovela. En 1982 a la edad de 22 años sufrió un accidente al lanzarse a la piscina de clavado, lo que le ocasionó una lesión medular. Las personas que se encontraban cerca de él lo sacaron de la alberca y lo condujeron al hospital en un automóvil particular. El chofer del vehículo que se ofreció a llevarlo, al intentar ir a prisa no tuvo la pericia y perdió el control del coche lo que ocasionó un lamentable accidente. La caída descompuesta a la piscina y el accidente automovilístico le ocasionaron paraplejia.
“Al principio me lamentaba por lo acontecido, después daba gracias a Dios porque me había mandado este regalito de dos llantas en lugar de dos pies, ahora dice estar feliz”.
Santiago también practica deportes extremos, comenta que, como cualquier individuo, las personas con discapacidad pueden desarrollarse, viajar, crecer y conseguir cosas que cualquier otro individuo puede aspirar. “Estamos luchando para crear una institución que permita a las personas con capacidades diferentes el acceso a los deportes extremos para que se vayan abriendo a este sector y tengan más facilidad de liberarse del complejo de tener una capacidad diferente”.
La terapia está en el aire
La práctica de deportes extremos es fascinante porque relaja y produce adrenalina; además de que contribuye a que las personas con discapacidad que lo intenten lo apliquen como terapia. “Te ayuda en tu vida normal para sacar por un momento la discapacidad”, aseguró Santiago.
El deporte favorito de este atleta es el paracaidismo. “A la velocidad que bajas y el tiempo que duras en el trayecto de la caída, te hace sentir que los segundos se vuelven como años de terapia concentradas. Vives una sensación de experiencia inolvidable creo que eso lo deberían de practicar la mayoría de las personas. Yo siempre lo he dicho: Creo que la mejor rehabilitación que podemos tener es lanzarnos en paracaídas”.
Corren, vuelan y me aceleran
A pesar de que no existe una técnica especifica para cada actividad extrema, las personas con discapacidad (paraplejia) que lo han practicado recomiendan:
– Salto en paracaídas: Entrenar en tierra para aprender las técnicas adecuadas; posteriormente la aeronave requiere alcanzar una altura de 4 mil metros en donde el paracaidista es acompañado de un instructor que lo custodia todo el trayecto hasta llegar a la tierra.
– Clavados en plataforma de cuatro metros: Utilizar una silla de ruedas normal y tener mucha precisión para caer en el agua. Posteriormente un instructor lo saca de la alberca.
– Equitación: Utilizar una silla de montar especial que tiene un poco de inclinación para mantener el equilibrio y evitar el golpeteo y lesiones severas. La silla debe estar acolchonada e inclinada de manera que se pueda dominar al caballo.
– Esquí acuático: Utilizar una silla parecida a una carriola de bebé que en lugar de ruedas utiliza deslizadores, el individuo va sentado y sujetado a una cuerda que es tirada por una lancha.
– Buceo: Colocar en la silla de ruedas una serie de pesas a los costados de las llantas que hacen que baje y se logre sumergir a una profundidad de 30 metros, la respiración la realizan con un equipo convencional para esta actividad, una vez sumergido se desplaza en el fondo del agua moviendo las ruedas de la silla, para regresar a la superficie avisa a un acompañante que es jalado por una cuerda desde la lancha.
– Sky fly (especie de planeador motorizado) Sentarse con un instructor que dirige el vuelo a una altura de 400 metros, y conforme lo practica las personas con discapacidad pueden hacerlo solas.
Estos deportes se pueden practicar en Cancún, Mazatlán, Ixtapa Zihuatanejo, Nayarit, en el balneario las Estacas de Morelos, Tequesquitengo, y en países como Argentina y Colombia.
Cuando caer es volver a levantarse
Para ella el paracaidismo era su vida, su amor y fascinación. No había obstáculo que no pudiera vencer ni disciplina que no dominara. Tenía todo cuanto una mujer puede desear. Fue campeona nacional de paracaidismo llena de trofeos y éxitos, rodeada de aplausos y el reconocimiento de personalidades como Miguel de la Madrid, ex presidente de México.
María Antonieta Osornio Ramírez narra cómo es la experiencia de saltar en paracaídas: “Al instante de saltar te sientes elevada hacia otro mundo, acariciada por el aire. Olvidándote de todo, disfrutas una nueva y maravillosa libertad, donde el cuerpo parece expandirse sin límites. El viento te baña por todas partes y te sientes flotar presa de la felicidad. En ese espacio no hay miedo ni egoísmo. No hay conflictos ni celos. Los rencores y problemas humanos se disuelven. Durante el gozo del vuelo sólo existe la libertad de ser una misma en éxtasis”.
El 24 de febrero de 1984, en Iguala, Guerrero, Tony, como le gusta que le digan, realizó un salto de exhibición en donde la suerte no estuvo de su lado; cayó al suelo sin fortuna. Una fractura en las cervicales le provocó la pérdida del movimiento de las cuatro extremidades; lo único que podía mover eran los ojos y la boca.
Tras largos años de rehabilitación, terapias y operaciones Tony se levantó y el destino decidió cambiarle el paracaídas por una silla de ruedas que se ha transformado en testimonio de vida.
“Pocos son los que están conscientes de la lucha que significa aceptar vivir en silla de ruedas y atreverse a salir al mundo hostil. Sólo cuando somos capaces de hacer a un lado nuestros problemas y dejamos el mundo limitado donde el yo es el centro, encontramos el sentido más profundo de nuestra existencia y para eso no se necesita más que voluntad de querer hacerlo”.
Con éxito y con discapacidad
Una vez más queda comprobado que en casi todas las ramas y actividades del hombre, las personas con discapacidad han demostrado que con un mínimo de adaptaciones pueden realizar diversas actividades y convertirse en una poderosa fuerza productiva y creadora.
En nuestro país, los atletas más exitosos son personas con discapacidad, que han obtenido importantes triunfos en los eventos a los que asisten a nivel internacional como juegos panamericanos, olimpiadas y otras justas deportivas.
En México, Jorge Beltrán Romero introdujo en los años sesenta el movimiento de deporte paralímpico en nuestro país, al favorecer la transición de la práctica deportiva con fines de rehabilitación. En 1964 Beltrán ya formaba parte del grupo internacional que cuatro años antes organizó los primeros Juegos Paralímpicos, en Roma.
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