¿Cómo salir del túnel?
Por: Socorro Eugenia Quijano Villanueva
Los ciudadanos, casi todos, estamos transitando un túnel oscuro y no sabemos qué largo es, tampoco alcanzamos a definir sus dimensiones, estamos como perdidos en un mar de informaciones verdaderas y falsas, manipuladas muchas de ellas al comparar los datos y cifras.
Lo cierto es que estamos encerrados en nuestro espacio familiar cotidiano, la mayoría.
¿Cómo será el mundo dentro de 50 años, un mundo que a muchos no nos tocará ver, importa, pero no somos los ciudadanos de a pie los que tenemos la fuerza para decidirlo, menos si no estamos bien organizados? Pienso que además del COVID 19, estos días son vitales para nosotros porque tenemos la oportunidad de retomar las riendas de nuestra vida a través de una honda reflexión.
Por ejemplo, tenemos la oportunidad de acercarnos a Dios y poner delante de Él la multitud de nuestras faltas, de nuestros pecados, de nuestras faltas de virtud en lo humano y en lo sobrenatural. Y pedir ser perdonados. Este ejercicio nos ayudará, sin duda a lograr la paz y la felicidad tan anheladas. Y, otra cosa, nos llevará por el camino del perdón y la misericordia para con nuestros hermanos los hombres, empezando por nuestra propia persona y extendiéndonos a nuestra familia de sangre, política, compañeros de trabajo, vecinos y conocidos.
El tema de pedir misericordia y ser misericordiosos se ha puesto de moda. Todos imploramos que ya termine la pandemia y que a los nuestros no los toque. Un paso más, rezar por nuestros enemigos conocidos y desconocidos es más fácil. Encontramos que la fe católica nos lleva por ese camino y nos ayudará a comprender la grandeza del Evangelio. Dice Fernando Ocariz, Prelado del Opus Dei, algo así: no hay nada más hermoso que ser alcanzados por el Evangelio.
Y por ahora a los simples ciudadanos nos toca quedarnos en casa esperando que pasen estas tribulaciones o trabajando para los demás corriendo peligro de contagio. “Decía San Pablo que la paciencia engendra esperanza (Rom 5,4) A primera vista parece que es, al contrario, que es la esperanza la que nos anima a ser pacientes, Pero en la frase citada se encierra otra verdad más honda, es la paciencia la que permite que la esperanza llegue a fraguar, que se configure como tal virtud, para lo cual es menester que pase el tiempo. En cierto modo se trata de una definición más exacta de la esperanza, esperar significa propiamente seguir esperando. Esperar a pesar de todo, esperar “contra toda esperanza”, según la densa fórmula utilizada por el mismo apóstol ( Rom 4,18 ).” 1
1. Capodevilla, José María. El padre del hijo pródigo. BAC. 2da. Ed. Abril Madrid, 1999.