Padre y madre, importantísimos
Por: Ana Teresa López de Llergo
Fotografía: Derechos Reservados
La etapa de vida de la niñez es la etapa de la esperanza de la humanidad. En esos seres humanos tan pequeños y precarios está el futuro. Esa es la paradoja sorprendente, la prole más indefensa es la que engendran el hombre y la mujer, los hijos necesitan desesperadamente la ayuda de sus padres para subsistir y para más adelante, conducir y aprovechar los recursos del planeta, relevando las actividades de sus antecesores.
El modo de afrontar el futuro, predicho en el párrafo anterior, tiene muy variadas manifestaciones, como ricas son las facetas de la vida humana. Uno de esos modos se vivió el primer día de este mes, al celebrar el “Día Mundial de las Madres y los Padres”, como un reconocimiento –en el Noveno Congreso Mundial de las Familias- a quienes desinteresadamente dan al mundo lo mejor de sí mismos dándoles lo mejor a sus hijos.
Con conocimiento de la Declaración de los Derechos del Niño, de 1959, de la ONU o por simple responsabilidad humana, el padre y la madre que viven atentos al cuidado de sus hijos, complementándose y apoyándose amorosamente, cubren la necesidad del pequeño de “crecer bajo el cuidado y responsabilidad de sus padres para recibir, con amor y comprensión, la protección especial y las salvaguardias y cuidados especiales. Así podrán desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente de manera sana y normal y en condiciones de libertad y dignidad”. Esos son los ciudadanos que anhelamos.
En estos tiempos tan confusos en ideas y hechos, necesitamos recordar los principios que nos regresan a una vida sana y razonable. Por eso, hace falta forjar un buen futuro garantizando a los niños el refugio natural que se produce como resultado de la unión procreativa de la madre y el padre, y se custodia dentro del ámbito estable de la familia. Allí los padres son los primeros educadores y defensores de la sensibilidad, de la inteligencia y de la voluntad de los pequeños.
Desde la posición ciudadana de cada quien, hemos de animar y defender el papel de los padres en beneficio de los niños. Exigir a los líderes y a los responsables de las políticas del mundo a cuidar de los matrimonios fieles, y a fomentar un ambiente sano donde los jóvenes puedan desarrollarse y crecer en virtudes.