Anunciación.- Con el objetivo de proporcionar herramientas a los formadores de las diferentes congregaciones religiosas, el Centro Sor Juana Inés de la Cruz IAP, ofrece un curso de capacitación con diferentes temáticas.
La capacitación consiste en estudiar el área humana donde imparte desarrollo personal, psicología, comunidad formadora, afectividad y sexualidad.
En el área Teológica se aprende acerca de la antropología espiritual, Biblia, Cristología, eclesiología, vida religiosa y oración.
Y en la de proyecciones ofrecen los temas de inculturación, discernimiento, ecología, análisis de la realidad, realidad juvenil y planeación.
El objetivo de impartir estos temas es proporcionar a los formadores una experiencia teórico práctica desde su propia persona, la realidad histórica y el dinamismo de la gracia; para que ofrezcan un mejor servicio a la vida religiosa en el México de hoy y de América Latina.
Los requisitos son: ser formador en ejercicio o estar preparándose para serlo, dedicación exclusiva a los 6 meses que dura el cursos y tener tres años de votos perpetuos.
Además, la institución sirve como puente de canalización para las personas que tienen problemas de audición y lenguaje.
Centro Sor Juana Inés de la Cruz. Número telefónico: 5604 5414.
Anunciación.- Con una creciente población Casa Hogar de las Mercedes IAP, es un hogar para niñas embarazadas y/o con bebé; con una antigüedad de 21 años de trabajo en los que se han atendido y siguen atendiendo a niñas en situaciones de calle, violencia, trata, abandono, explotación sexual, abuso o maltrato.Tiene como objetivo retirar a las niñas y adolescentes de estas situaciones y ofrecerles un hogar seguro, donde puedan crecer sanamente, en el caso de las adolescentes embarazadas o con hijos, se les brinda un hogar donde poder vivir tranquilas con sus hijos.
Esta labor la hace, primero teniendo en cuenta los valores de amor, libertad, conocimiento, responsabilidad y respeto; y en segundo lugar por donativos en dinero y en especie para poder brindar a las beneficiarias un buen futuro.
En esta casa las beneficiarias reciben atención multidisciplinaria, de acuerdo a sus necesidades.
Asimismo, proporciona atención integral con perspectiva de género, para el desarrollo humano de niñas y adolescentes víctimas de violencia, explotación y trata de personas, dentro de un marco de respeto y adquisición de valores, brindando el servicio de albergue, donde se desarrollan acciones de promoción social con educación y capacitación, de empoderamiento y asistenciales para mejorar sus condiciones de vida y lograr su readaptación social.
Las niñas y jóvenes que habitan Casa de las Mercedes, han vivido grandes experiencias que las han marcado de por vida, es por eso que al llegar a Casa de las Mercedes, es como un gran respiro lleno de amor, comprensión y ayuda para que puedan continuar con su vida y poder labrar un futuro próspero para ellas y sus hijos.
Además, la institución cuenta con un Centro de Rehabilitación especializado en adicciones para ayudar a niñas y adolescentes, que por diversas circunstancias padecen de esta problemática.
Asimismo, promueve la educación en escuelas oficiales como también la capacitación laboral para niñas y adolescentes; ofrece ayuda en especie, brinda atención médica y también psicológica.
En más de dos décadas de labor social, ha beneficiado a 5 mil 600 personas y ha dado apoyo alimenticio equivalente a 10 mil 800 raciones.
Cabe destacar que Casa Mercedes brinda apoyo a niñas y jóvenes de escasos recursos, incluyendo a aquellas que están embarazadas o que ya tengan un bebé. Proporcionan albergue temporal, desde el inicio y hasta el término de la gestación y se les apoya para su reinserción en el área educativa.
Casa de las Mercedes, I.A.P
Miguel Schultz 18 Col. San Rafael, Del. Cuahtémoc,
C.P. 06470 Mexico City, Mexico
Teléfono: (55) 55-92-03-82
Correo: casadelasmercedes94@gmail.com
www.casadelasmercedesiap.org.mx
Anunciación.- Con ocasión del tremendo sismo que sufrió México, dejando tanta destrucción en la capital y otros estados, me vino el recuerdo de una anécdota que ocurrió en Alemania, al concluir la Segunda Guerra Mundial.
En un pequeño pueblo, la iglesia parroquial tuvo muchos daños a causa de los bombardeos. Allí se guardaba una imagen de Cristo crucificado de gran devoción en esa región del país y de notable valor artístico.
Como consecuencia de una de las bombas, la imagen perdió los brazos. Cuando terminó la conflagración bélica, el párroco y sus feligreses se plantearon qué podían hacer con el Cristo roto.
Unos eran partidarios de dejarlo tal y como había quedado. Otros, por el contrario, preferían encargar a algún artista que hiciera una reproducción de los brazos con base a fotografías y completar así la escultura.
Finalmente prevaleció la primera de las propuestas. El Cristo quedó sin brazos, en el lugar de costumbre, pero debajo se puso una inscripción que decía: “Ustedes son mis brazos”. Sin duda, esta frase entraña un profundo significado y quedó como un símbolo del servicio que deberían de prestar los fieles a sus hermanos los hombres.
Muchas personas, a raíz del fuerte temblor de tierra, se han preguntado: ¿Y dónde estaba Dios? Pienso que la respuesta se puede dar, partiendo de esta anécdota ocurrida en Alemania, y que resulta tan actual en estos momentos de dolor y sufrimiento en nuestra nación.
Realmente es admirable el hecho de que miles de ciudadanos se encuentren trabajando incansablemente -de día y de noche- por rescatar a las víctimas debajo de los escombros de los edificios; el que oleadas de jóvenes y personas generosas participen activamente para llevar su ayuda a las numerosas instalaciones de acopio; otros muchos, entregando personalmente -en todas las zonas afectadas del país- víveres, ropa, medicamentos, asistencia médica, colaborando en la reconstrucción de las viviendas, etc.
Pero no ha sido sólo eso. En muchos casos los integrantes de las brigadas han brindado palabras de ánimo y de consuelo a quienes han padecido lesiones, heridas y pérdida de sus familiares y sus casas; han sido miles las elocuentes manifestaciones de verdadera fraternidad.
Por ejemplo, en los edificios caídos en la Ciudad de México, ubicados en las inmediaciones de las calles Gabriel Mancera y Eugenia, en la colonia del Valle, el dueño de una miscelánea cercana decidió no cobrarles a los brigadistas para que dispongan de líquidos y alimentos y continúen con su ingente labor. Y así tantos ejemplos.
Me edificó sobremanera observar a cientos de jóvenes y adultos –mujeres y hombres- descargando los víveres de enormes vehículos, coordinándose para ordenarlos y subirlos a otros camiones de carga y que sean llevados a las poblaciones donde más se requieran.
Antes de ponerse en marcha esos vehículos, los jóvenes escribieron con marcadores en los blancos costados de cada tráiler, emotivos mensajes de ánimo y solidaridad.
El lema: “¡Ustedes son mis brazos!” se ha convertido en una maravillosa realidad en nuestra patria, dando un inolvidable ejemplo a toda la ciudadanía y al resto del mundo.
Anunciación.- Ante la gran tragedia del sismo en México, viene la gran pregunta: si Dios cuida o no a la gente. Para los creyentes, la cercanía de Dios fue perceptible mediante diversos signos de los que fui testigo.
1. Una misma fecha, diferentes efectos. Vivo en la Ciudad de México y me tocó sentir el impresionante sismo del pasado 19 de septiembre, aniversario de aquel otro terremoto de 1985. Pero ahora la situación fue diferente, pues estábamos mejor preparados para una emergencia de esta magnitud.
A las 11:00 horas hubo un gran simulacro, como se hace cada 19 de septiembre; pero dos horas después vino el temblor real. Los simulacros realizados cada año, la señalación tanto de salidas de emergencia como de puntos de reunión seguros, realmente ayudaron a mitigar el caos generado por el movimiento de suelos y edificios.
Además, las normativas de construcción que se implementaron desde 1985, también jugaron un papel importante. LaBBC estima que en aquella tragedia murieron unas 10 mil personas, unas 68 mil resultaron heridas y 30 mil edificios fueron afectados. Ahora, murieron 148 personas en la ciudad de México (y otras 138 en los estados de Morelos y Puebla), se colapsaron 40 edificios, y el Excelsior calcula que 2,400 edificios quedaron severamente dañados. Las cifras son altas, pero la diferencia entre ambos sismos es enorme.
2. Una solidaridad trepidante. En todo el mundo se han transmitido imágenes de la ayuda humanitaria que por toneladas se han enviado a las zonas afectadas por el sismo: agua, comida, ropa, herramientas. Además, el gobierno local ha facilitado el transporte público y el acceso a los hospitales públicos.
Miles de personas, especialmente los jóvenes, espontáneamente ha acudido a prestar ayuda en las labores de rescate y de atención a los damnificados. Yo mismo he visto acudir a centenares de alumnos de la Universidad Panamericana, de la cual soy capellán y profesor, como voluntarios a diversos puntos de la Ciudad de México y del estado de Morelos. También soy testigo de la enorme red de ayuda de la Iglesia Católica que, mediante las parroquias y decanatos, ha facilitado víveres y albergues.
3. La cercanía de todo el mundo. La solidaridad no se redujo a la ayuda económica, sino que también se manifestó en los sentimientos de apoyo y de cercanía, junto con las miles y miles de plegarias por los difuntos y por los necesitados.
Los mensajes de grandes personajes, como el Papa Francisco, de presidentes y primeros ministros, de artistas y empresarios, nos dieron el consuelo de saber que no estamos solos en esta tragedia, y nos ayudaron a ver que todavía hay mucha bondad en nuestro mundo.
Epílogo. Los cataclismos son fenómenos que responden a leyes naturales, no a castigos divinos. En esas tragedias, Dios cuida ordinariamente a los hombres mediante nuestro propio ingenio y responsabilidad, que –en este caso– nos permitieron desarrollar una cultura de prevención que evitó una tragedia más grande.
Pero Dios nos atiende especialmente mediante el sentimiento de solidaridad que Jesucristo, Dios hecho hombre, ha sembrado en los corazones con su ejemplo y sus enseñanzas: “ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22,39), “trata a los demás como quieres que ellos te traten a ti” (Mateo 7,22), y dale dar de comer al hambriento y techo al desamparado (cfr. Mateo 25, 31-46). Por la fe, sé que Dios estuvo presente durante el sismo, en el rostro y las manos de quienes prestaron ayuda.
@FeyRazon lfvaldes@gmail.com
http://www.columnafeyrazon.
Anunciación.- En 1985 el corazón de México fue sacudido con un sismo de magnitud 8.1; justamente 32 años después la historia se repite y la tierra se cimbró bajo nuestros pies; sin embargo, las tres décadas que han pasado entre uno y otro acontecimiento nos hablan de un México diferente y ese contraste se refleja en la Sociedad Civil Organizada, que en esta ocasión ha rebasado los límites y ha sido capaz de ofrecer una respuesta inmediata para el rescate y la asistencia de las víctimas y damnificados.
Del caos generalizado surgió el orden y la organización; o en palabras de Roberto Delgado Gallard, director del Centro Latinoamericano de Responsabilidad Social (CLARES) de la Universidad Anáhuac México Norte: “Este fenómeno se derivó de una tercera forma de toma conciencia, más generalizada y común, si se quiere, en la que los individuos cayeron en cuenta que su capacidad de organización, literalmente, los empoderaba, esto es, les permitía influir en las acciones del estado, y de otros grupos sociales, de modo mucho más eficaz y puntual que si lo intentaban en forma individual o informal. Dicho en otras palabras: Habían descubierto, casi por accidente, lo que hoy llamamos Tercer Sector”.
Si bien las emergencias motivan una respuesta solidaria inmediata, son las acciones permanentes las que repercuten más positivamente en la transformación social. Tal es el caso del terremoto de 1985, que tras la respuesta solidaria, surgieron movimientos y organizaciones ciudadanas que hoy son columna vertebral de la Sociedad Civil Organizada.
Muestra de ello es la Fundación Interamericana Anáhuac para el Desarrollo Social (FIADES), I.A.P. la cual fue creada en 1987 como parte de un modelo de desarrollo comunitario para atender a personas afectadas por el terremoto de 1985, el modelo buscaba apoyar a las personas mediante tres ejes, educación, salud y desarrollo comunitario, en la parte de salud la Fundación brindó atención médica a las personas que habitaron la Colonia CIDECO, en donde fueron otorgadas viviendas para personas damnificadas en los sismos.
Actualmente la Fundación Interamericana Anáhuac para el Desarrollo Social (FIADES), IAP realiza su labor social en los estados de México, Guerrero y Michoacán. En el Estado de México FIADES se encuentra constituida ante la Junta de Asistencia Privada del Estado de México (JAPEM) y está ubicada en el centro del municipio de Lerma; desde hace 32 años ha ofrecido servicios de salud en consulta externa, laboratorio y estudios de gabinete, recientemente incorporó el servicio de mastografía y consulta de especialidades médicas como ortopedia, ginecología, pediatría, otorrinolaringología, medicina interna, fisioterapia, odontología, optometría, así como servicios de acupuntura, gerontología y quiropráctica; además, cuenta con infraestructura para ofrecer servicios de medicina preventiva en comunidades, gracias a las unidades móviles pueden llegar a cualquier rincón del país que requiera de servicios médicos, muchos de los cuales se brindan de manera gratuita a los pacientes gracias a donativos empresas o bienhechores Anualmente atiende a 15,000 personas.
Las lecciones que México aprende han dejado huella en su conciencia social; hoy México está de pie, apoyada por la valiosa labor de las Organizaciones de la Sociedad Civil, que unen sus esfuerzos de una manera ordenada y con información de primera mano acerca de las necesidades más apremiantes ante los desastres.