Su Santidad Benedicto XVI
Beatísimo Padre:
Con estupor, pero también con espíritu de fe, los Obispos de México y los fieles que peregrinan en esta noble nación, hemos recibido la noticia de que Su Santidad, después de haber examinado reiteradamente ante Dios su conciencia, ha decidido renunciar, con plena libertad, al ministerio de Obispo de Roma, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.
La Conferencia del Episcopado Mexicano agradece a Dios, rico en misericordia, el luminoso pontificado de Su Santidad, y expresa a usted, Santo Padre, su gratitud por haberse propuesto, como programa de gobierno, escuchar la palabra y la voluntad del Señor, y recordarnos que la Iglesia ha de ponerse en camino como Cristo para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios (cfr. Homilía en la Inauguración solemne del Pontificado, 24 de abril de 2005).
Gracias, Santidad, por testimoniar que Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él (1 Jn 4, 16); que es en la cruz donde se debe definir qué es el amor, y que la unión con Cristo es al mismo tiempo unión con todos los demás a los que él se entrega (cfr. Deus Caritas est, nn. 1, 12,14). Gracias por recordarnos que la esperanza es distintivo de los cristianos; que llegar a conocer a Dios es lo que significa recibir esperanza (cfr. Spe salvi, nn. 1,3). Gracias por ayudarnos a tomar conciencia que, siendo destinatarios del amor divino debemos convertirnos en instrumentos de su caridad, asumiendo solidariamente nuestras responsabilidades para favorecer un desarrollo integral, del que nadie quede excluido (cfr. Caritas in veritate, nn. 5 y 10).
Gracias Santo Padre por enseñarnos que quien conoce la Palabra divina conoce plenamente el sentido de cada criatura y es capaz de edificar la propia vida, entablando relaciones animadas por la rectitud y la justicia, empeñándose en la nueva evangelización (cfr. Verbum Domini, n. 6, 100 y 122). Gracias por hacernos ver que en la Santísima Eucaristía, Jesucristo viene a nuestro encuentro; nos acompaña y nos enseña laverdad del amor, que es la esencia misma de Dios, que nos impulsa a transformar las estructuras injustas para restablecer el respeto de la dignidad humana (cfr. Sacramentum Caritatis, nn. 1,2, 72 y 89).
Gracias Santidad por servir fiel y generosamente a la Iglesia y al mundo con obras, palabras, oración y sufrimiento. México siempre guardará el recuerdo de su amorosa solicitud, manifestada en su inolvidable Visita Pastoral, en la que nos animó a no dejarnos amedrentar por las fuerzas del mal, a ser valientes y trabajar para que la savia de nuestras raíces cristianas haga florecer nuestro presente y nuestro futuro, y así, mediante un esfuerzo solidario, renovar a la sociedad desde sus fundamentos para alcanzar una vida digna, justa y en paz para todos (cfr. Discurso de despedida, aeropuerto de León, 26 de marzo de 2012).
Sepa usted, Santo Padre, que nuestra gratitud se expresará de forma concreta, orando por usted para que Dios recompense su incondicional entrega, y procurando hacer vida las enseñanzas que por su medio nos ha dado, las cuales nos impulsan, particularmente en este Año de la Fe, a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo, y a la fidelidad a su Iglesia (cfr. Porta Fide, n. 6.).
Que Santa María de Guadalupe le acompañe en esta nueva etapa de su vida, e interceda por toda la Iglesia para que el Señor le conceda un Sucesor de Pedro según su santa voluntad.
Por los Obispos de México.
+ José Francisco, Card. Robles Ortega
Arzobispo de Guadalajara
Obispo Auxiliar de Puebla
+ Eugenio Andrés Lira Rugarcía
Presidente de la CEM
Secretario General de la CEM
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