Anunciación.- La Conferencia del Episcopado Mexicano, comparte a todos la publicación de Mons. Eugenio Lira Rugarcía, Obispo Auxiliar de Puebla y Secretario General de la CEM, con motivo del Día Internacional de la Mujer.
Hoy celebramos el Día Internacional de la Mujer, fecha que nos invita a tomar mayor conciencia de la grandeza, dignidad y derechos de toda mujer, creada por Dios a imagen y semejanza suya (cfr. Gn 1,27). “La mujer –comenta san Agustín– es criatura de Dios, como el varón… quien estableció uno y otro sexo, los restablecerá a los dos” (De Civitate Dei, XXII, 17).
Jesús, el Hijo de Dios nacido de una mujer (cfr. Gál 4,4), con su propio ejemplo, es para todos modelo de respeto, promoción y amor auténtico hacia toda mujer y hacia cada mujer (cfr. Jn 4, 27). Incluso, una vez que con la omnipotencia de su amor venció a favor nuestro al pecado, al mal y a la muerte, a la primera que envió a anunciar su resurrección fue una mujer (cfr. Jn 20, 17). Por eso, el beato Juan Pablo II afirmaba: “Cristo fue ante sus contemporáneos el promotor de la verdadera dignidad de la mujer y de la vocación correspondiente a esta dignidad” (Mulieris dignitatem, 12).
Él nos enseña lo mucho que debemos valorar, agradecer, respetar y promover a las madres, esposas, hermanas e hijas, que han sido origen, guía y apoyo de sus familias; a las trabajadoras domésticas, obreras, campesinas, enfermeras, secretarias, religiosas, doctoras, maestras, periodistas, y a las que, aportando su creatividad en el campo de la ciencia, de la tecnología, del pensamiento, de las comunicaciones, de la educación, del derecho, de la cultura, del arte, del deporte, y en obras de evangelización y asistenciales, han ofrecido una contribución invaluable al progreso de la humanidad.
Incontables son las mujeres que, viviendo plenamente su feminidad, han sido “caricia de Dios” para innumerables niños, adolescentes, jóvenes, adultos, enfermos y ancianos, dándoles educación, consuelo, ternura y aliento. Sin embargo, las circunstancias históricas y personales de muchas de ellas han sido y siguen siendo adversas y difíciles. También lo ha sido el proceso del reconocimiento de sus derechos.
En la creación de una cultura en la que cada mujer sea reconocida, valorada, respetada y promovida, es indispensable que las mujeres valoren su propia identidad, se respeten así mismas y vivan en plenitud su feminidad. También es necesario que los hombres valoremos y respetemos a las mujeres con las que tratamos, hablando de ellas y hablándoles a ellas con la dignidad que merecen, brindándoles un trato justo, que promueva su participación, favoreciendo un ambiente que les brinde oportunidades de educación, salud, trabajo justamente remunerado, y de un desarrollo integral, del que ninguna quede excluida.
Ojalá todos hagamos algo para que realmente este día Internacional de la Mujer sea un paso adelante en la defensa de la dignidad y derechos de las mujeres; de toda mujer y de cada mujer.
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