La alegría nace de ser y de sentirnos hijos de Dios. Se manifiesta en la sonrisa oportuna o en un gesto amable: hace posible el diálogo y la conversación. Anima a superar las numerosas contradicciones de la vida. Enriquece a todos.
Cuando Platón escribió esto, lo hizo en tono de broma o con el propósito de llamar la atención o de ridiculizar a quienes se comportaban de esas maneras.
Si nos dejamos influir negativamente por el temor, en las dificultades veremos amenazas en vez de oportunidades. Detrás de cada obstáculo, existe una oportunidad para crecer.
Aquí, en la vida actual, se trata de diseñar y llevar a la práctica un plan de vida que nos marque el camino para una administración de nuestra vida personal, en los siguientes aspectos: espiritual, familiar, profesional, social y económico.
Un orden sano y vital consiste en realizarse con la familia, ser exitoso en el trabajo y mantener amistades profundas. Si quitamos a Dios de nuestras vidas, hemos equivocado el camino. El trabajo es un medio, no un fin.