Por ello, es de lealtad manifestarle al amigo esos defectos en una conversación sincera e íntima. La única manera de que el amigo se decida a combatir los defectos, es que él mismo se convenza de la necesidad de esa lucha. Lo cual requiere comprensión y exigencia: enfrentarse a la realidad.
Para saber si mi ideal vale la pena –por el esfuerzo y las cosas que dejamos para hacerlo realidad-, es preciso relacionar las propias posibilidades con las necesidades de los demás, porque todos requieren recibir ayuda: nadie se puede sostener solo.
Estar abiertos a la responsabilidad que nos centre en el objetivo. Esto exige reflexión (cerebro), para pasar por dificultades que pueden parecer infranqueables. Cuando deseamos sinceramente el bien, hemos de hacer las cosas sin miedo a la vida y sin miedo a la muerte.
Las palabras y las acciones necesitan ser conformes a la realidad que expresan. Esta afirmación nadie la niega. Es necesario, para la convivencia humana dar mutuo crédito a las palabras y creer que nos dicen la verdad. La sinceridad, es, pues, como la principal cualidad de la conciencia.
Darle tiempo de calidad a la familia es vital, para que en la vida laboral tengamos la serenidad suficiente de hacer las cosas con orden. La serenidad es la tranquilidad en el orden, lo cual nos permite pensar y trabajar con inteligencia.