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Gabriel Martínez Navarrete

Alegría y Felicidad 2>

Somos directamente responsables de nuestra vida, y en gran parte de todo aquello que nos rodea. la familia, el trabajo, los amigos.   Ninguno de nuestros actos es un hecho aislado.

Necesitamos preguntemos: ¿quién soy? ¿cuál es mi fin? ¿dónde me encuentro ahora? ¿hacia dónde quiero ir? ¿qué debo hacer para alcanzar mi meta? En definitiva, lo que todos buscamos es la felicidad. Y pocas las que trabajan objetiva y certeramente para alcanzarla.

Es más, debemos estar relativamente felices, si nuestro camino vital es acertado, porque la felicidad relativa la encontraremos solo en la esta vida. La felicidad completa cuando gocemos enteramente de Dios.

En la vida actual, llevemos a la práctica un plan de vida que nos marque el camino para administrar nuestra vida personal, en aspectos: espiritual, familiar, profesional, social y económico.

La riqueza, la fama y el poder son solo herramientas que pueden ayudar o perjudicar, dependiendo de nuestro propósito vital: ayudar a los demás, olvidado de uno mismo.

Enfoquemos el futuro con una visión clara de lo que deseamos lograr: la misión que dignifique lo que pretendemos. Indudablemente están incluidas la visión y la misión –que son indesligables, y están incluidas dentro de la vocación. Esa llamada que nos hace el Ser Supremo, para que cada uno vayamos por determinado carril, cumpliendo nuestra misión, en esta vida.

Sin compararnos con nadie, cada uno somos únicos e irrepetibles.

Trabajemos en el conocimiento de nosotros mismos, y así podremos conocer a los demás, en cuanto a sus capacidades y aptitudes, como seres humanos que han sido creados   a imagen y semejanza de Dios. Por ello tenemos una altísima dignidad.

Elementos vitales para el desarrollo personal

Virtudes:

Fe: Tal como sea nuestra fe, es lo que lograremos. Necesitamos tener una fe gigante, para lograr cosas grandes. Debe ser una fe anclada en la realidad.

Esperanza: Es la certeza de que lograremos alcanzar aquello que nos proponemos. Es enemiga del desaliento y de la tristeza.

Amor: Es querer -con obras- el bien del otro.

Mejorar las virtudes cardinales: prudencia, fortaleza, templanza y justicia. Hemos de acompañar estas virtudes con el amor, porque la justicia a secas, puede dejar heridas emocionalmente a las personas.

Alegría: Es tan importante, que sin ella no podemos hacer nada. Una persona triste es una triste persona. La alegría habla de plenitud, de generosidad, de la capacidad de darse a los demás.

“La alegría que debes tener no es esa que podríamos llamar fisiológica, de animal sano, sino otra sobrenatural, que procede de abandonar todo y abandonarte en los brazos de nuestro Padre-Dios” (san Josemaría Escrivá de Balaguer, 1902 -1975).

“Dormí y soñé que la vida era alegría; desperté y vi que la vida era servicio. Serví y descubrí que en el servicio se encuentra la alegría” (Rabindranath Tagore, 1861 – 1941).

Optimismo: el primer acto de optimismo consiste en enfrentarse a la realidad y ver en ella la visión de lo que pretendemos lograr, con la confianza de que lo lograremos.

No importan las dificultades, estas se superan con inteligencia y constancia.

Habilidades:

Actitud mental positiva: Significa decir “sí” a la vida. A todo lo negativo, cortarle su fuente de abastecimiento.

Creatividad: abrirse a todas las posibilidades que impliquen una mejoría.

Entusiasmo: emprender acciones con energía, atención, intensidad y concentración.

Buena administración del tiempo: cuidar el presente, sabiendo que lo que hacemos hoy, será lo que tendremos en el futuro. “Haz lo que debes, y permanece en lo que haces”, es la clave.

Método:

Puede ayudarnos utilizar el conocido Ciclo de Calidad: planear, hacer, verificar y ajustar.  Con el amor, como motivación constante:

Crecer en excelencia puede expresar un incremento en mi felicidad, sobre todo porque soy directamente responsable de mi vida, la cual adquiere significado en la medida en que soy fiel a mi misión, que siempre incluye el ayudar al prójimo en forma tan importante como ayudarme a mí mismo, y hacerlo por amor a Dios.

DOCE ACTITUDES ACERTADAS DE UN DIRECTIVO 2>

 

1. Programe y ahorre su tiempo. No lo malgaste en charlatanerías o tonteras. Su tiempo es un tesoro y es irrepetible.

 

2. Tenga un gran respeto por la dignidad de los demás. Trátelos como desearía usted ser tratado.

 

3. Guarde un equilibrio entre los derechos y los deberes de la empresa y los derechos  e intereses  de las personas que tienen alguna relación con ésta.

 

4. Haga planes para el futuro. No sacrifique los éxitos del porvenir por querer tener triunfos ya inmediatos. La precipitación es señal de debilidad.

 

5. No concentre funciones. Asuma al riesgo de delegarlas en personas confiables y capaces. Quien centraliza, empequeñece a los otros y también a él mismo.

 

6. Que progrese su empresa, pero que progrese también su personal. Esmérese en que lo  promuevan porque quizá es usted  todavía  capaz. Continúe estudiando y creciendo.

 

7. Procure estar al día en los conocimientos de su especialidad. Lea, infórmese. No pensar es retroceder.

 

8. No desprecie lo seguro y lo cierto, por andar tras lo inseguro.

 

9. Sueñe, experimente, pero no deje los caminos que ya le dieron resultados, por irse por atajos que pueden llevarlo al precipicio.

 

10. Rechace de plano todo lo que vaya contra la ley moral y el sentido común, aunque vayan en aparente beneficio de su empresa, y aunque al rechazarlos, le pueda costar su puesto. Esto es definitivo para el desarrollo de su personalidad y para el crecimiento de su futuro. Aunque le parezca, que está haciendo una tontería.

 

11. No crea que lo único importante es su empresa  o negocio. Hay también valores más importantes como la familia y los genuinos amigos. Sea humano, muy humano.

 

12. Esté alegre, siempre alegre.

La Familia es lo primero: Es necesario revertir lo funesto del divorcio y del aborto 2>

Si deseamos de veras impedir que en el futuro la despenalización del aborto se extienda como plaga en las legislaciones de los Estados que todavía no se han blindado contra este mal, debemos incluir en cada código civil la alternativa del matrimonio indisoluble de una con uno y viceversa.

Está comprobado que socialmente es mucho más destructiva la legalización del divorcio que la del aborto.  Debido a que el divorcio destruye, en su raíz, a la célula familiar, fundamento de toda sociedad. Con esto no quiero decir que el aborto no sea un infanticidio ni que moralmente sea menos grave que el divorcio.

No nos hagamos tontos: científicamente la vida del ser humano se inicia en el momento de la concepción –que es la etapa inicial del desarrollo de la persona-. Esto es un hecho, por más razonadas sinrazones que se arguyan al respecto.  El ser humano es persona desde el momento de su concepción.

La experiencia recogida en muchas naciones, señala que el divorcio conduce, con el tiempo, a despenalizar el aborto y a una sucesión de legalizaciones que destruyen al ser humano: la droga, la eutanasia, la homosexualidad, etcétera. Un caso cercano lo tenemos en Estados Unidos, se legaliza el divorcio y pocos años después se despenaliza el aborto.

Y es que el hecho mismo de tener abierta la posibilidad legal del divorcio, destruye el modelo mismo del matrimonio y da pauta para abrir la puerta al aborto –lo que ya está ocurriendo en nuestro país-.  Detrás de toda legislación divorcista, siempre yace una idea errónea del significado profundo del pacto matrimonial, en virtud del cual dos personas se casan, prometiéndose mutua lealtad, gracias a un amor que determina que ese matrimonio es sólo con uno y con una, y hasta el final de la vida Y la naturaleza de este es la unidad e indisolubilidad.

Hoy, el divorcio ha perdido el carácter de fracaso o dolencia exclusiva que tuvo en un principio, y ha pasado a adquirir proporciones de epidemia.  También, hoy, parece que el aborto está pasando del carácter de delito exclusivo, al carácter de abundancia de casos lastimosos, y aún más: jurídicamente se le está elevando a derecho de la mujer.

Por decreto, de un día a otro, en el aborto se pasa a considerar como “basura” al bebé en gestación, despojándolo de su derecho inviolable a la vida. Es decir: “ayer soy un humano y al día siguiente no soy nada. Cuando lo he sido desde el momento de la concepción. Los argumentos son tan peregrinos y antijurídicos como se hizo para justificar el divorcio.

Se quieren modificar los principios jurídicos con el fin de solucionar casos aislados de mujeres rotas por el aborto, olvidando que como sucedió con el divorcio: el elevarlo a rango de ley, equivalió, en la práctica, a potenciar su efecto maléfico y multiplicador.

Las personas sensatas afirman que, en el mejor de los casos, el divorcio y el aborto son fracasos, cuya causa interesa más eliminar que intensificar sus efectos. Desgraciadamente, estos asuntos problemas tan importantes, se trataron muy poco durante la campaña para elegir presidente.

La ley aprobatoria del divorcio sugiere que el modelo de matrimonio uno e indisoluble, es una idea que debe quedar enterrada en el pasado, y que es necesario abrirse a nuevas ideas y formas de vida como signos de progreso y de conquista. Al respecto, pienso que se debe distinguir entre progreso técnico y científico, y progreso humano. En el primero, el crecimiento es muy posiblemente irreversible; a diferencia del progreso humano: moral, civil, social y psicológico, que puede sufrir retrocesos porque es efecto de la voluntad.

Así, por ejemplo, cuando se permite el divorcio, se reduce a tal grado el concepto de matrimonio, que se le ve como una mera unión pasajera, muy semejante a la función fisiológica de los animales.  Algo semejante sucede con el aborto, cuando a ese ser indefenso se le considera como un intruso en el vientre de la madre.  Quizá sea esta una de las razones que explique la actitud antihumana de favorecer el aborto.

Por eso, la manera más segura de eliminar el aborto y el divorcio, consiste en proteger a la familia, mediante leyes que protejan la unidad e indisolubilidad del matrimonio, y la vida del niño no nacido.

No sin razón, desde tiempos inmemoriales, se ha considerado al matrimonio como el primer vínculo de la sociedad; el siguiente, los hijos, y después la familia.

En el plan de Dios, el hombre y la mujer están hechos “el uno para el otro”: No que Dios los haya hecho “a medias” e “incompletos”; los ha creado para una comunión de personas. Esos que promueven el divorcio y el aborto están como el burro que tocó la flauta. Es cierto, la verdad no peca, pero incomoda. Es necesarísimo corregir estos errores.

AMISTAD Y LEALTAD 2>

El amor debe prevalecer y centrarse en las personas: “¡Qué maravilla que existas!”.

 

Debemos y es necesario amar a las personas como son, incluso con sus defectos, queriendo el bien para ellas. Especialmente con nuestros amigos. De este modo, por nuestro auténtico amor, podemos ayudar a ese concreto amigo nuestro, a que supere   sus defectos, y de modo especial el defecto dominante, para sea  más  feliz, si es que ya no lo es. La lealtad está muy unida a la fidelidad. Por eso se habla de amigo fiel.

 

Es de lealtad hacerle ver a ese amigo nuestro, esos defectos en una conversación sincera e íntima, llena de cariño.   La única manera de que el amigo se decida a combatir el defecto o los defectos mencionados, es que él mismo se convenza de la necesidad de esa lucha.

 

No podemos forzar a que el amigo luche, pero si podemos ayudarle no solo con nuestro cariño y comprensión, sino también con la oración. En último término es solamente el “interesado” quien debe reconocer en lo íntimo de su conciencia esos defectos, especialmente el defecto dominante y luchar para convertirlo en virtud.  El consejo no quita la libertad, pero si aporta nuevos elementos de juicio, que conviene agradecer.

 

Luego de oír el o los consejos, si hay verdadero amor es sencillo que el afectado acepte lo que le hacemos saber. Lo hará si existe verdadera amistad. Solo uno mismo puede decidir la conveniencia de comunicar los defectos a alguien que conoce. Por ello, es importante estar a su lado para ayudarle.  Lo cual requiere comprensión y exigencia para enfrentarlo a la realidad.

 

La amistad que abarca a la persona por entero: es en el auténtico amigo con quien se habla sinceramente y se piensa en voz alta, Cuando nuestro amigo no nos entiende en lo más decisivo (por ejemplo, la religión), llega un momento en su vida en que se plantea esta incomunicación. Pero la amistad debe salvarse, aunque no se compartan las creencias: pero no pueden ignorarse. Al menos el afecto debe unir la amistad, porque es mejor esto que nada.

 

  • La verdad existe: es inmutable y hay que descubrirla: son los dogmas.
  • Lo opinable son verdades parciales.
  • Los hechos admiten interpretaciones.

 

No se puede ceder en los dogmas (cfr. Josemaría Escrivá de Balaguer, Camino.., n.394)

Lo que se pide es ser consecuente con lo propio y estar dispuesto a dejarlo si descubrimos que nos encontramos en el error. Para poder ayudar al amigo, es necesaria una actitud de olvido de sí mismo, de cariño y confianza, esto es:  de lealtad.

 

Como se trata de un servicio (amistad), no debemos esperar agradecimiento. Pero sí podemos rezar por el amigo para que cambie y rectifique.

 

Todo lo que no sea la persona del amigo que necesita ayuda, hemos de ponerlo en segundo término. Cuando se quiere a alguien, uno se encuentra más de una vez con la mente y el corazón con esa persona concreta y lo que a él le importa.  P.ej. la novia, la madre, los hijos, el trabajo, etc.

 

Pensar en el amigo, sobre todo si requiere ayuda es algo maravilloso; porque ayuda todos necesitamos. El amigo ayuda a encontrar y seguir su misión al amigo.