Una persona madura sabe controlar la ira y superar las diferencias sin violencia y destrucción. Esto requiere la libertad o el temple de rechazar un placer momentáneo en aras de una felicidad duradera. Es decir, tener paciencia.
La democracia es la necesidad de inclinarse cada vez que sea necesario ante la sana y positiva opinión de los demás.
Querer gobernar siendo personalmente desordenado, es tan absurdo como querer escuchar la grabación de una aria de ópera interpretada por un mudo.
Todo lo que realicemos a favor de estos derechos, va a mejorar la vida y facilitar la felicidad de las personas.
La sociedad de consumo les ofrece libros en los cuales se afirma que en los “tiempos modernos” es una represión causado por un medievalismo moral desfasado y que es imperante realizar ya la “revolución sexual”, propia del siglo XXI.